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Columnas 2024

Marzo

Columna Publicada en Mural

Mi abuelita nunca nos habló de su experiencia como maestra, solo sabemos que cuando era muy joven, ella y su hermana subían la montaña varias veces a la semana para enseñar a niñas y niños indígenas en una hacienda. Mi abuelita no fue a la universidad; su ortografía no era la mejor ni dominaba conceptos complejos de física o química, pero su amor por enseñar era tan grande como su corazón. Sabía que la educación era la clave para una mejor vida. 

A sus nietas y nietos nos repetía la importancia de aprender, de no dejar la escuela, de tener una profesión. Decía que “su pecho se llenaba de orgullo” cuando teníamos buenos resultados académicos o terminábamos algún nivel escolar, no importaba si era preescolar o la universidad.  

También era consciente de que la escuela no es el territorio exclusivo del aprendizaje; los primeros conocimientos, habilidades y valores fundamentales para la vida se cimentan en el hogar.

A ella mi homenaje al conmemorar el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. A ella y a todas las mujeres de su generación que, a pesar de las limitaciones que vivieron para acceder a la educación, soñaron e hicieron posible que otras niñas y niños aprendieran, dentro o fuera de la escuela.

Mi mamá también fue maestra por varios años. Cuando alguno de sus estudiantes la encuentra, saluda con cariño a la “Miss”, recordando las lecciones de inglés en la secundaria. Mi mamá todavía es maestra; lleva más de 20 años enseñando a grupos de mujeres el arte del quilting (acolchado artístico de telas) sigue dejando huella en cada grupo, merced a su generosidad y constante preocupación por el bienestar de cada alumna.

A ella mi admiración en este 8 de marzo. Mi agradecimiento a ella y a todas las mujeres de su generación que, habiendo accedido a la educación superior, trabajaron para que sus hermanas, hijas y más niñas y mujeres también tuvieran acceso al aprendizaje y dieron ejemplo de que es posible compaginar la vida personal con la profesional.

Todavía falta mucho para que este mundo sea un lugar donde se garanticen los derechos fundamentales para las mujeres y para que el hogar, la escuela, el trabajo y el espacio público sean espacios seguros y libres de violencia de género. 

Aún queda mucho por recorrer para que la elección de carrera no esté limitada por estereotipos de género, la falta de apoyo familiar o la posibilidad de acoso en ciertos ambientes; para que las mujeres no tengamos que esforzarnos el doble para ser reconocidas por nuestros méritos, ni enfrentar techos y abismos de cristal. Todavía queda camino antes de que la brecha salarial desaparezca.

Sin embargo, cada acción en favor de la educación, la salud, la seguridad y la autodeterminación de niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres adultas es un paso hacia una sociedad más justa, equitativa y garante de derechos fundamentales. 

Cada una de las mujeres que nos han antecedido en la educación, desde su dedicación, afecto, resiliencia y persistente búsqueda para lograrlo no solo ha puesto su granito de arena, ha movido montañas. 

Es nuestro turno de honrar su ejemplo, seguir sus pasos y contribuir a la reducción de la brecha de género.

Publicación original periódico Mural sábado 11 de marzo. 

Febrero

Columna publicada en la revista Misión 17

“La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón” Howard G. Hendricks.

Con motivo del día del amor y la amistad, me gustaría reflexionar en este espacio sobre algunos puntos que me parecen importantes relacionados con el tema del amor al otro, el bienestar socioemocional y la educación.

Como seres humanos, somos seres sociales, lo cual quiere decir que las relaciones son una parte esencial para nuestra vida e incluso me atrevería a decir que para nuestra sobrevivencia. Día con día nos comunicamos, escuchamos, convivimos con otra gente y aprendemos de otros; en el trabajo, en la escuela, en la calle, en el hogar. ¿Cómo vivimos estas relaciones? ¿Tenemos una buena relación con los demás? 

Aunado a lo anterior, sabemos que es indispensable sentirnos bien para poder estar bien con los demás. Es importante cultivar el amor propio, estar bien con uno mismo, saberse imperfecto, aprender de los errores y reconocer nuestras fortalezas, ¿cómo estamos ayudando a las niñas, niños y adolescentes (NNA) para que esto suceda? ¿Cómo lo estamos fomentando? ¿Qué ejemplo le damos a las NNA? 

Nuestro bienestar emocional influye significativamente en nuestras interacciones con los demás. De acuerdo con el Diagnóstico socioemocional 2020 de la Secretaría de Educación Jalisco, 5 de cada 10 estudiantes de educación media superior señalaron que uno de los aspectos en los que se sintieron peor en la contingencia fue su estabilidad emocional (consulta más datos en www.diagnosticoeducativojalisco.org). Como docentes, padres y madres de familia, directivos, autoridades y sociedad, cada uno desde nuestro ámbito de influencia, podemos ayudar a que las NNA puedan desarrollar habilidades para el bienestar socioemocional. Estar bien con uno mismo es el principio para estar bien con los demás; por ello, es también importante empezar por uno y ser ejemplo para las NNA.

Por su parte, ¿qué habilidades son básicas para desarrollar el bienestar socioemocional de las NNA? Como personas, idealmente debemos fomentar el autoconocimiento y favorecer nuestro conocimiento a los demás. Saber reconocer y nombrar nuestras emociones, saber cuando uno mismo necesita ayuda y pedirla, o bien, cuando otro necesita apoyo y proporcionárselo. Debemos saber las consecuencias de nuestros actos y reflexionar sobre las emociones que nos causan ciertas situaciones. Debemos fomentar la empatía, el diálogo, la resolución de conflictos y la colaboración, entre otras.

Por último, quisiera retomar la frase inicial de este texto. En el marco del día del amor y la amistad, quisiera resaltar que es importante educar de corazón a corazón, es decir, con amor y con empatía, reconociendo las necesidades, el contexto y las emociones del otro, dando un propósito significativo a cada acción que realizamos con y para el otro. Educar con amor habla de saber escuchar, ser paciente, sincero, optimista y generoso. Educar con respeto, diálogo, tolerancia y empatía. Los invito a cuidarnos mutuamente y a fortalecer nuestras relaciones con amor, porque sin amor, la educación carece de sentido.

Publicación original: revista Misión 17, febrero 2024 pág. 13 https://drive.google.com/file/d/1LczXxSEPeiqe7ZHb_jhRppGnarAQfSJv/view?usp=share_link 

Columna publicada en Mural

“Conmigo solo perdí a mi abuelo materno y a todas mis amistades de mi escuela… a la vez el COVID nos alejó de familias, de nuestras amistades, nos quitó familiares, pero ya no es tan grave”.

 Con mirada reflexiva, voz firme y madurez más allá de sus 10 años, “Tere”* cuenta esa parte de su vivencia durante la pandemia. Sus tres compañeros lo corroboran, porque todos han perdido a alguien, ya sea por la propia enfermedad o por el confinamiento. Se sienten tristes, pero no creen que pueden contarles a los adultos a su alrededor lo que les pasa. Uno de ellos dice que “ya están más estables”.

Buscan dar un sentido a todo lo que pasó, vivir sus duelos, construir nuevas amistades y echarle ganas para estar mejor. Comentan que en la escuela no les preguntan cómo se sienten, pero tampoco ellos se atreven a compartirlo con otros porque es algo “un poquito personal”; temen mostrarse vulnerables y que se burlen de ellos o los acosen.

La suspensión de clases y consiguiente confinamiento por la pandemia despojó a niñas, niños y adolescentes de su principal espacio de socialización y aprendizaje formal. El prolongado aislamiento, el duelo, la incertidumbre, el temor al contagio y la exposición a violencia intrafamiliar que algunos sufrieron generó, en el corto plazo, desinterés por los estudios, problemas de convivencia escolar, aumento de niveles de ansiedad, síntomas de depresión, entre otros.

Aunque hemos regresado a una “normalidad” similar al tiempo previo a la pandemia, no podemos ignorar los efectos de la contingencia en la salud mental y la convivencia social, o pensar que desaparecerán por sí solos. Hay que tomar acciones específicas, visibilizar y discutir sobre el tema; darle la importancia que merece, tanto en el ámbito familiar como en el público. Comprender que aunque las niñas y niños, “le echen ganas” o digan que “ya las cosas pasaron”, necesitan del apoyo, confianza y tiempo de su familia y adultos a su alrededor para sanar en presente y futuro.

Un futuro que los adultos ayudemos a construir a través de una escucha activa de la voz de las niñas y niños y una mirada de protección a la infancia y juventud, donde las oportunidades para que puedan aprender y ser felices sean equitativas y justas.

* “Tere” es un nombre ficticio para proteger la identidad de la estudiante cuyo testimonio cito en este texto. Ella formó parte de uno de los grupos focales con estudiantes en la investigación realizada entre Mexicanos Primero Jalisco, ITESO y UDG: ¿Qué necesitan las escuelas primarias públicas de Jalisco? Estudios de casos de percepción de necesidades educativas pospandemia en las 12 regiones de Jalisco”, la cual se puede descargar desde el siguiente enlace: https://bit.ly/Necesidadeseducativas

Publicación original periódico Mural Sábado 17 de febrero 

 

Enero

Columna publicada en Mural

Una pareja y su niño de dos o tres años observan atentamente las líneas que traza un péndulo sobre la arena. En silencio, tomados de la mano, disfrutan del momento antes de continuar su camino.

Tres niñas en sus bicicletas ríen a carcajadas cuando su padre, que finge ser un dragón, las persigue e intenta hacer una pirueta que excede, con mucho, sus habilidades ciclistas.

Dos niños pequeños y sus hermanos adolescentes dibujan, colorean y juegan con bloques mientras esperan, por más de una hora, a ser atendidos por el médico. La madre lee, la abuela que los acompaña, teje. Las dos contestan sus preguntas o comentan sobre los dibujos que los más pequeños les muestran. 

Estas escenas, que tuve la fortuna de presenciar, tienen en común dos elementos que parecen estar en peligro de extinción en las actuales dinámicas familiares: la ausencia de los dispositivos electrónicos y la presencia de una atención afectiva sostenida.

Un experimento psicológico denominado “still face” (o rostro inexpresivo) realizado por el Dr. Tronick en 1975 en la Universidad de Harvard, muestra lo que ocurre con el comportamiento de una bebé acostumbrada a la atención y respuesta afectiva de su mamá cuando ésta mantiene un rostro totalmente inexpresivo. La bebé se da cuenta de inmediato y busca llamar la atención de su madre, usando todos los recursos posibles, hasta que rompe en llanto desesperado. Finalmente la madre da una respuesta afectiva y la niña siente alivio. El experimento dura menos de dos minutos, sin embargo, es tiempo suficiente para generar angustia y ansiedad en la bebé. (https://www.youtube.com/watch?v=NVLm9LRDipk).

La cada vez menor cantidad de tiempo y calidad en la atención y cuidado que reciben hijas e hijos por parte de sus padres, madres u otros adultos responsables, más pendientes de los dispositivos electrónicos que por las infancias, genera orfandad digital. Este fenómeno de la era digital se asemeja a la ausencia por abandono de los hogares, o a las infancias que, en compañía de la televisión, resuelven solas la tarea, porque sus padres y madres no están en casa.

Un estudio sobre este tema observó la interacción de padres y madres con sus hijas e hijos por periodos de 20 minutos; en ese lapso, el 76% de los participantes prestó atención a sus dispositivos por 17.5 minutos. Es decir, sus niños recibieron menos de tres minutos de atención (https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30511482/).

En una investigación similar, las madres participantes dedicaban entre 3 y 15 horas diarias al uso del celular. (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8932188/)

Si se piensa en el experimento comentado al inicio, es posible imaginar los efectos emocionales que esto genera en las y los menores. Más allá de esto, también parece haber una correlación entre la orfandad digital con la salud física y mental de las niñas y los niños, el aprendizaje y en los cambios conductuales, incluidos comportamientos de rebeldía y búsqueda de constante atención. Los efectos son más nocivos en la primera infancia (0 a 5 años), al ser el periodo de mayor desarrollo cognitivo, físico y socioemocional, y también el más vulnerable porque las niñas y los niños dependen totalmente de sus cuidadores. 

Convertirse en una madre o padre que deja huérfanos digitales es una decisión que se hace cada día. El regalo del tiempo-atención es mucho mejor que el de tiempo-aire, y mucho más gozoso que adormecerse ante las pantallas. Volvamos a ser padres-dragones que juegan, adultos que escuchan y descubren lo que anhelan los corazones de sus hijas e hijos.

Publicación original periódico Mural sábado 06 de enero

 

 

Columna publicada en revista Misión 17

Comienza un nuevo año y con ello también nuevas experiencias, retos y deseos. Como es costumbre desde hace ya mucho tiempo, las personas definen sus tan anhelados propósitos de año nuevo que, si bien normalmente son cuestiones personales y/o profesionales, me gustaría invitar a reflexionar en este espacio sobre ¿cuál es o cuáles son tus deseos para la educación en este 2024?

Sabemos que la educación es una herramienta que puede ayudarnos a transformar nuestra realidad y que es una de las mejores inversiones para construir una sociedad más equitativa, incluyente, justa y pacífica. La educación es un pilar importante para la construcción de la calidad de vida.

Aunado a lo anterior, todos somos corresponsables de contribuir al bienestar integral de las niñas, niños y adolescentes, futuros ciudadanos y tomadores de decisiones en y para la sociedad. Por ello, desde cada acción y rol que desempeñamos podemos ayudar a formarlos en valores, cuidar la manera en la que conviven con otros y  contribuir a su bienestar socioemocional, así como guiarlos y acompañarlos en la construcción de sus aprendizajes.

Sumado a esto, es importante mirar en retrospectiva, reconocer todo aquello que hemos vivido y valorar tanto las cosas buenas, como los aprendizajes que hemos obtenido de  nuestros errores. De esta manera, nos podremos situar en el presente para identificar cómo estamos ahorita, qué es lo que nos gusta y lo que no tanto de nuestra realidad educativa, y, por ende, con los niños, niñas y adolescentes de regreso a clases, poder también mirar hacia el futuro a fin de determinar qué deseos y metas definir en la educación para este 2024.

Posiblemente, cada uno de nosotros tendrá diferentes propósitos por los diversos roles, experiencias y necesidades que identificamos y que vivimos día con día. Mi deseo para este 2024 sería que cada persona, desde su función y ámbito de acción, atendiera las necesidades educativas de sus estudiantes, hijos e hijas, docentes, escuelas y/o sistema con la finalidad de contribuir principalmente en tres cuestiones: la permanencia de las y los niños en las escuelas, es decir, que todos estén; el máximo logro de aprendizajes, que todos aprendan; y el bienestar socioemocional y formación de valores, lo cual ayudará a formar entornos más favorecedores para el aprendizaje.

Mi deseo es que la escuela sea cada vez más un lugar seguro y significativo para las y los niños; que les contagie motivación por aprender lo que les gusta y lo que el mundo necesita para ser mejor; y que no deje de impulsar su curiosidad, creatividad, colaboración y pensamiento crítico.

Además, desde los diferentes niveles de gobierno, creo que es de vital importancia proponer acciones con el objetivo de disminuir la carga administrativa del personal educativo, generar oportunidades significativas de formación para ellos, así como atender la infraestructura escolar. Esto con el fin de generar las mejores condiciones para que se dé un buen aprendizaje de las niñas, niños y adolescentes. Y, por supuesto, desearía que siempre tomen decisiones basadas en evidencia y que los recursos lleguen a los que más lo necesitan para así poder reducir cada vez más las brechas de equidad existentes.

Por último, uno de mis compromisos, y mi recomendación para los demás, es siempre dar lo mejor de uno mismo, por los niños, para la sociedad y para mí misma. Confío en que este año nos abramos a escuchar a los demás y seamos más empáticos con el otro. Y espero que concluyamos el año con retos superados, aprendizajes significativos, metas cumplidas, nuevos anhelos; que cerremos este año con la misma motivación con la que lo iniciamos y que todos nos involucremos para habilitar a que cada uno sea la mejor versión de sí mismo.

Publicación original: revista Misión 17, Enero 2024, página 14  https://drive.google.com/file/d/1JGdgXSzWjOwenVeV6YkFYBGg1RvLuhG2/view 

 

Columnas 2023

Diciembre

Columna publicada en la revista Misión 17

Decía Sylvia Schmelkes en el XVII Congreso Nacional de Investigación Educativa: “la evaluación no debe ser el fin en sí mismo, sino el medio”. La evaluación no debe quedarse únicamente en el conocimiento de los resultados, sino que debe ser un vehículo para impulsar la acción, la participación y la toma de decisiones, mejorando así la calidad y equidad educativa.

El pasado 5 de diciembre de 2023 se presentaron los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA) 2022, un examen aplicado a nivel global cada tres años desde el 2000 en países de la OCDE. Esta prueba estandarizada, realizada por muestreo, se dirige a estudiantes de 15 años y tiene el propósito de identificar sus competencias en lectura, matemáticas y ciencias, conocimientos y habilidades cruciales para su participación plena en la sociedad. Además, PISA favorece la evaluación de la calidad de los sistemas educativos y la realización de estudios comparativos a través del tiempo por país y entre varios países.

Entonces, ¿cómo le fue a México en PISA 2022? Según los resultados, nuestro país obtuvo puntajes inferiores en comparación con la edición de 2018 en todas las áreas. De hecho, como se refleja el gráfico, México ha experimentado una tendencia descendente en sus puntajes de aprendizaje durante varios años, situándose en el antepenúltimo lugar entre los 37 países de la OCDE participantes.

Las causas de esta tendencia a la baja pueden ser diversas. Nuestra realidad es muy compleja y existen diferentes elementos dentro del sistema educativo, social, cultural e incluso económico que influyen en el aprendizaje de las y los niños.

Una razón destacable en este momento es el impacto de la pandemia de COVID-19. Esta crisis ha dejado secuelas significativas en diversos sectores, como la pérdida de empleo, el aumento de la pobreza y el trabajo infantil, además del cierre repentino y obligatorio de escuelas, trasladando el aprendizaje a modalidades a distancia.

Las consecuencias negativas por el cierre prolongado de las escuelas han sido evidentes. Aumentó la brecha de inequidad y desigualdad, desatendiendo a los grupos más vulnerables. Asimismo, se elevó el abandono escolar, el rezago educativo y las afectaciones en la salud socioemocional.

Sin embargo, desde mi perspectiva, la pandemia no es la única causa de los resultados decrecientes en PISA. Otras razones pueden estar relacionadas, por ejemplo, los frecuentes cambios en los planes de estudio. En 60 años, los libros de texto han sufrido modificaciones en 7 de las 11 administraciones, lo que refleja la falta de un plan educativo a largo plazo y transversal, con estrategias integrales y articuladas alineadas con las necesidades contextuales. Y como ésta puede haber muchas otras razones en diferentes ámbitos, roles y rincones por las cuales no estamos logrando los resultados esperados.

Sabemos que no basta con que los estudiantes asistan a la escuela; es crucial que construyan aprendizajes significativos y pertinentes para su desarrollo personal y social. El desafío en el logro de aprendizajes es sistémico y requiere aportes de todos.

En primer lugar, es esencial promover una cultura de evaluación. Una evaluación sólida, confiable y transparente nos brinda información clave para tomar decisiones, establecer metas, definir prioridades y ejecutar acciones orientadas a la mejora. Fortalecer esta cultura nos permitirá construir aprendizajes y mejoras.

Asimismo, es importante reconocer la diversidad de instrumentos de evaluación y que no todos éstos son útiles o pertinentes para los mismos propósitos. Desde cada contexto, entorno de incidencia y rol que desempeñamos existirán instrumentos que funcionen mejor que otros. Por otro lado, sabemos que la diversidad de instrumentos enriquece nuestra visión del objeto evaluado. Por ejemplo, a nivel internacional PISA ayuda a la toma de decisiones en las políticas públicas educativas; a nivel estatal han existido diversas pruebas (consultar más información en www.diagnosticoeducativojalisco.org), entre ellas, la iniciativa estatal Recrea Avanza, proporcionando información de diferentes niveles (estatal, regional, de zona, por escuela y por alumno) para ayudar a que familias, docentes, directivos, supervisores y funcionarios tomen decisiones para hacia la mejora. Por último, cada escuela realiza evaluaciones específicas que ofrecen mayor claridad sobre el proceso educativo y las necesidades de los alumnos, permitiendo hacer ajustes pertinentes en la planificación educativa.

La evaluación nos permite conocer de manera clara el cómo estamos que, como dice Schmelkes, no debe ser el fin, sino el medio. Desde cada rol, podemos fomentar una cultura de la evaluación que oriente decisiones hacia la mejora de la educación y el logro de aprendizajes, conduciendo a una mayor calidad de vida para todos.

Publicación original: revista Misión 17, diciembre 2023 https://drive.google.com/file/d/1B-BTwyn1UawZNCz3cJoSLVsm3UAhXzjg/view

rgascon@mpj.org.mx

Noviembre

Columna publicada en la revista Misión 17

En el vasto escenario educativo de Jalisco, nos enfrentamos a una encrucijada de desafíos, entre ellos: el nivel de cobertura, el sobrecupo y la calidad. ¿Cómo se entrelazan estos aspectos? ¿De qué manera impactan en la vida y el aprendizaje de nuestros estudiantes?

Ariana, habitante en una zona rural, concluyó su educación secundaria, pero debido a la falta de transporte para llegar al centro educativo más cercano, optó por trabajar en el campo junto con su familia. Por otro lado, Samuel, un estudiante con Síndrome de Down, cursa quinto grado de primaria en una escuela pública con 37 compañeros y enfrenta dificultades para aprender a leer y escribir.

Estas historias ponen de manifiesto dos aspectos importantes que quisiera colocar: la cuestión de la cobertura y el acceso a la educación, y las condiciones educativas que experimentan los estudiantes, incluso cuando existe cobertura.

La cobertura, indicador educativo esencial, mide el total de alumnos en un nivel educativo al inicio del ciclo escolar por cada 100 personas de la población con la edad reglamentaria; éstas son: de 3 a 5 años para preescolar, de 6 a 11 años para primaria, de 12 a 14 para secundaria y de 15 a 17 para media superior (SEP, 2019). Según la Dirección General de Planeación, Programación y Estadística Educativa [DGPPyEE] (2022), la primaria presenta una cobertura del 100%, seguida por el nivel de secundaria con más del 90%. Sin embargo, es imperativo dirigir la atención hacia preescolar y media superior, donde la cobertura ha disminuido. En el ciclo escolar 2017-2018, la cobertura en preescolar era del 72.8%, descendiendo a 64.6% en el ciclo 2021-2022, mientras que la cobertura en educación media superior pasó de 73.7% a 71.6% en los respectivos ciclos escolares. Para obtener más información, pueden consultar www.diagnosticoeducativojalisco.org.

La asistencia a preescolar favorece la socialización, estimula la creatividad y contribuye a la formación de la confianza en sí mismos. Además, sienta las bases para la lectoescritura y el cálculo de operaciones sencillas. En educación media superior, los adolescentes aplican el conocimiento a situaciones de la vida real, generando formación para estudios profesionales al acceder a conocimientos científicos, tecnológicos, sociales, entre otros, y fomentando habilidades críticas y analíticas. Aunque primaria y secundaria son etapas fundamentales, preescolar y media superior deben recibir igual reconocimiento.

Por otro lado, una vez garantizado el acceso a la educación para niños, niñas y adolescentes, es esencial prestar atención a las condiciones en que se lleva a cabo la práctica educativa. En este caso, el sobrecupo en los salones de clases puede ser un aspecto que se deriva en afectaciones a la calidad educativa, como en el caso de Samuel, donde la atención personalizada y equitativa del docente se ve obstaculizada por el elevado número de estudiantes.

Por esta razón, los gobiernos no solo deben enfocarse en la cobertura, sino también en la calidad a fin de brindar una educación óptima y en condiciones adecuadas que ayude al desarrollo y aprendizaje individual y colectivo. Para lograr una educación integral, justa y equitativa, es fundamental contar con plantillas de docentes completas y salones sin sobrecargos. También se deben crear espacios de aprendizaje equitativos, pertinentes, significativos y seguros, junto con estrategias adecuadas a las necesidades, gustos, contexto, ritmos y estilos de aprendizaje de los estudiantes. La infraestructura, mobiliario y materiales deben mantenerse en condiciones dignas y óptimas, especialmente para personas migrantes, indígenas, con discapacidad y/o con barreras de aprendizaje, entre muchos otros elementos.

Como sociedad, debemos exigir tanto el aumento de la cobertura escolar, como la mejora de las condiciones para que todos los niños, niñas y adolescentes tengan la oportunidad de acceder, permanecer, aprender y egresar. Esto, sin discriminación ni barreras, en todos los niveles educativos, a fin de que puedan llegar a ser la mejor versión de sí mismos y construir así una sociedad más justa, equitativa, incluyente, participativa y pacífica.

Publicación original: revista Misión 17, noviembre 2023, pág. 17 https://drive.google.com/file/d/1y1-Rjjs7CcAqM5SN0Fj0uKoDSsX-3AyV/view

Octubre

Columna publicada en la revista Misión 17 

Sin duda, siempre es emocionante presenciar una ceremonia de terminación de estudios, acreditar aquel nivel educativo al que uno le ha dedicado varios años, pasar a recoger el diploma y culminar una etapa de la vida para empezar una nueva. Es bonito estar acompañado por personas que han estado junto a ti en diferentes momentos de la vida porque, aunque es un logro personal, sabemos que no lo hemos alcanzado solos, sino con el apoyo de maestros, compañeros, familiares y amigos.

El que los estudiantes finalicen un nivel educativo funge como un indicador para evaluar el sistema educativo, e incluso las acciones de una escuela, y saber ¿cómo está la educación? ¿hemos progresado o retrocedido? Tanto el indicador de eficiencia terminal, como el de tasa de terminación nos ayudan a medir esto. Por un lado, el primero representa “el número de alumnos que egresan de un determinado nivel educativo en un ciclo escolar, por cada cien alumnos de la cohorte [conjunto] inicial del mismo nivel” (SEP, 2019), es decir, si ingresaron 10 estudiantes a primero de secundaria, ¿cuántos de ellos concluyeron tercero de secundaria a tiempo? Por otro lado, la tasa de terminación representa el “número de alumnos egresados de un nivel educativo, por cada 100 personas de la población en la edad teórica de terminación del nivel” (DGPPyEE, 2021), es decir, si la población que tienen 15 años (edad para concluir la secundaria) son 10 personas, ¿cuántos de ellos concluyeron tercero de secundaria a tiempo?

Sabemos que, en Jalisco, en el ciclo escolar 2020-2021, la eficiencia terminal en primaria fue del 96.9%, en secundaria del 90.9% y en media superior del 56.2%. Esto significa que 96 de cada 100 estudiantes egresaron de primaria, alrededor de 9 de cada 10 de secundaria y casi 6 de cada 10 de media superior. Puedes consultar más datos sobre este indicador y el de tasa de terminación en www.diagnósticoeducativojalisco.org.

Si bien, la eficiencia terminal está relacionada al proceso que lleva cada estudiante y su trayectoria escolar, no toda la responsabilidad de este logro recae únicamente en ellos. Como comenté al inicio, existen otras personas que apoyan al estudiante o incluso desempeñan un rol importante en la educación de las niñas, niños y adolescentes. Cada uno puede contribuir a que los estudiantes asistan a la escuela y gocen de bienestar integral, pero principalmente a que aprendan. No solo es importante que los estudiantes estén y pasen a los siguientes grados o niveles escolares, sino que realmente adquieran y construyan aprendizajes que les sean útiles, relevantes y significativos para las siguientes etapas de su vida, y que ello pueda habilitarlos a llegar a ser la mejor versión de sí mismos.

Desde el gobierno, por ejemplo, es fundamental pensar a fondo, de manera integral y sistémica las políticas públicas educativas que se establezcan. Al observar los datos de eficiencia terminal mencionados anteriormente, podemos inferir que el que haya un mayor porcentaje de estudiantes que egresaron de primaria y secundaria durante la pandemia podría deberse al Acuerdo número 16/06/21 de la Secretaría de Educación Pública (SEP), por el cual no se les permitía reprobar a los estudiantes y, por lo tanto, pasaban automáticamente al siguiente grado escolar. Sin embargo, en educación media superior, nivel al cual no se aplicó este acuerdo, la eficiencia terminal es mucho menor. Aunque esta fue una medida que se tomó por la pandemia, es crucial que los gobiernos desarrollen estrategias integrales para garantizar que los estudiantes realmente aprendan y para combatir el rezago educativo.

Desde la escuela, será siempre importante el rol de las maestras, maestros y directivos, ya que son una pieza fundamental para favorecer la construcción de aprendizajes de los estudiantes. Mientras que, en casa, los familiares son una figura importante para motivar e impulsar a que las niñas, niños y adolescentes continúen con sus estudios, brindándoles apoyo y acompañamiento en su proceso educativo. De igual forma, en las empresas y otras organizaciones se debe respaldar a las personas para que puedan seguir estudiando.

Es esencial poner al centro la educación. Como dice Fran Méndez, “una educación de calidad es la inversión con la mejor tasa de retorno que un país puede realizar”. Sabemos que diversos factores influyen en que los estudiantes asistan a la escuela, tengan bienestar, lleguen a aquella ceremonia de terminación de estudios y aprendan. Cada uno de nosotros acompaña de alguna forma a el, la o los estudiantes en sus trayectorias escolares y cuenta con cierta responsabilidad para asegurar que todas las niñas, niños y adolescentes culminen sus estudios y se gradúen con conocimientos suficientes, lo cual constituyen la base para que se puedan seguir formando y desarrollándose de manera integral en próximas etapas y puedan seguir hacia la construcción de su mejor versión y de una sociedad más justa, equitativa e incluyente.

Publicación original: revista Misión 17, martes 31 de octubre, pág. 22 https://issuu.com/mision17/docs/mision_50

 

Columna publicada en la revista aula

La repetición escolar, no importa el nivel que cursen las niñas, niños, adolescentes y jóvenes (NNAJ) genera, en muchos de ellos, gran temor porque los expone a la ira o a la decepción familiar, a la burla de sus pares y, peor aún, a cuestionarse su propia inteligencia y capacidad de aprender, minando la confianza en sí mismos. 

Durante mi experiencia como maestra de primaria pude constatar que la decisión de reprobar a un estudiante debe tomarse como medida extrema, luego de haber agotado todos los recursos posibles y poniendo al centro de esta resolución el bienestar de la NNAJ, considerando los siguientes cuatro factores para reducir el impacto socioemocional y las probabilidades de abandono escolar antes de tomar esta medida: 

El primero y más importante tiene que ver con los aspectos socioemocionales. Cuando se pide la repetición por cuestiones académicas, es importante considerar si la madurez emocional y la resiliencia del estudiante le permitirán afrontar los desafíos que implica esta decisión, incluida la posibilidad de que pase por momentos de ansiedad, depresión, sensación de fracaso, etc. que pueden, a la larga, resultar en abandono escolar.  

El segundo factor, ligado estrechamente al primero, es el apoyo y cariño por parte de la familia. Uno de los temores más grandes de NNAJ es perder el amor de sus familiares, por lo que condicionar éste a los resultados escolares puede generar daños emocionales profundos y no ayudará a que el estudiante aprenda ni se sienta mejor con respecto a sus propias capacidades. Es esencial que los NNAJ que repiten el ciclo escolar sepan que no están solos y que cuentan con el apoyo incondicional de sus familias, lo que incluye una comunicación constante con la escuela y la protección ante la posible presión de compañeros e, incluso, de otros familiares.

En tercer lugar, está la capacidad del sistema educativo, traducido en la posibilidad de recursos de atención y apoyo que tenga la escuela, para que las NNAJ puedan realmente lograr los aprendizajes esperados para el nivel o grado escolar. El mero hecho de repetir el grado, sin un acompañamiento adecuado no garantiza que quienes cursan nuevamente esos contenidos, los adquieran.

El factor final tiene que ver con la posibilidad de cambiar al estudiante de escuela, para evitar que sea objeto de burlas o lástima por parte de quienes fueron sus compañeros y que el Niñas, Niños, Adolescentes y Jóvenes no quiera asistir a la escuela por vergüenza o porque se siente menos capaz que quienes pasaron al siguiente grado. 

Aunque los porcentajes de repetición de grado escolar pueden verse como un signo de esperanza de que los estudiantes que reprobaron no abandonaron sus estudios, no existen datos de cuánto tiempo les toma en promedio concluir su trayectoria escolar, si lo hacen. Es importante señalar que la repetición, la reprobación y el abandono escolar son producto de la suma de muchos factores, entre ellos la decisión personal, el contexto social y la (in)capacidad del estado para asegurar el derecho a la educación. Es hora de quitar el estigma de “fracaso” escolar y apoyar a quienes más lo necesitan para asegurar que accedan, aprendan y participen en la escuela.  

En Mexicanos Primero Jalisco ponemos a disposición los datos educativos del estado en nuestro micrositio: www.diagnosticoeducativojalisco.org donde pueden consultar, entre otros, el indicador de repetición.  

Publicación original: revista Aula, martes 10 de octubre  https://revistaaula.com/el-temor-a-fracasar-en-la-escuela/?amp=1&fbclid=IwAR3ehmW7oXk8ejulcQ_o-ORP1UlwR-X5ZbBLCoGkX9BDqVtzf-gJJ1vFaow

Septiembre

Columna publicada en la revista Misión 17 

“Promover la alfabetización para un mundo en transición: sentar las bases para sociedades pacíficas y sostenibles” es el lema que conmemora el Día Internacional de la Alfabetización en el presente año 2023. ¿Por qué se celebra este día y por qué es importante que las personas sepan leer y escribir en el mundo actual?

Una persona analfabeta es aquella que tiene 15 años o más y no sabe leer ni escribir un mensaje o una breve y sencilla exposición de hechos relacionados con su vida cotidiana. En contraste, una persona alfabeta es aquella que sí posee esta habilidad. Según las cifras del INEGI (2020), disponibles en el micrositio www.diagnosticoeducativojalisco.org, en Jalisco, el índice de analfabetismo representa un 2.89% de la población, lo que significa que 179,014 personas mayores de 15 años no saben leer ni escribir. Por otro lado, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU, 2023), en su informe de resultados de la evaluación diagnóstica realizada al inicio del ciclo escolar 2022-2023, reporta que 4°, 5° y 6° de primaria, así como 1° grado de secundaria son los grados que presentan un mayor porcentaje de estudiantes con un nivel alto de prioridad, con un 59%, 57%, 46% y 47% respectivamente; ellos obtuvieron menos del 40% de aciertos en el área de Lectura, lo que refleja un marcado rezago en estos aprendizajes.

Especialmente en el mundo de hoy, donde constantemente recibimos mensajes mientras estamos en la calle, a través de las redes sociales, la televisión, entre otros medios, esta habilidad o competencia permite mejorar las condiciones de vida de las personas y promover una visión más crítica y solidaria de la realidad. Como dijo Paulo Freire, “la alfabetización no es un juego de palabras, sino la conciencia reflexiva de la cultura, la reconstrucción crítica del mundo humano, la apertura de nuevos caminos, el proyecto histórico de un mundo común”.

La alfabetización no es un lujo ni una obligación, sino un derecho.Va mucho más allá de leer y escribir; es tener la oportunidad de leer y comprender el mundo, y de seguir aprendiendo. Es un puente que abre oportunidades en todos los ámbitos de la vida (personal, social, cultural, económico y político). Facilita la creación y construcción en lugar de simplemente consumir ideas. Fomenta el desarrollo del pensamiento crítico, la creatividad y el aprendizaje, así como la adquisición de una mayor autonomía.

Aunque la alfabetización puede desarrollarse en la niñez, la adolescencia y la adultez, es fundamental destacar el papel que desempeña la escuela para que más personas, que se acercan a los 15 años, adquieran esta habilidad, especialmente después de una pandemia que causó un marcado rezago educativo y pérdida de aprendizajes.

Es importante, en primer lugar, que nadie quede fuera de la escuela y, en segundo lugar, que se preste una especial atención al proceso de aprendizaje de la lectoescritura de los estudiantes, ya que esta competencia habilitará también la adquisición y construcción de otros conocimientos.

Todos somos corresponsables de esta situación,  de la cual es mejor formar parte de la solución, en lugar de contribuir al problema. En las escuelas, el colectivo escolar puede capacitarse de manera continua y prestar una atención cercana a los estudiantes con un mayor rezago en lectoescritura, alentando además la lectura por placer. El gobierno puede colaborar con las escuelas para atender sus necesidades y ayudar a identificar a aquellos niños y niñas que no asisten a la escuela, facilitando su incorporación, así como brindando apoyo a los adultos que aún no saben leer y escribir. Las familias pueden fomentar, en primer lugar, la asistencia regular de sus hijos a la escuela y, en segundo lugar, participar activamente en el proceso educativo de sus hijos y promover la lectura en el hogar. Las organizaciones de la sociedad civil y las empresas pueden alentar a sus colaboradores a continuar sus estudios, y brindarles además apoyo cuando participen en la educación de sus hijos e incluso facilitando que sus hijos prosigan con su educación y no abandonen la escuela.

Con pequeñas acciones podemos lograr grandes cosas. Si bien el estado debe garantizar este derecho, todos somos corresponsables de apoyar para que se den las condiciones y las personas puedan desarrollar y adquirir la competencia de la lectoescritura, esto ayudará a que tengamos otro tipo de aprendizajes y saberes, pero que también veamos por el bien común y formemos una sociedad más crítica, reflexiva, pacífica, participativa y justa.

Publicación original: revista Misión 17, domingo 29 de septiembre, pag. 24 https://issuu.com/mision17/docs/mision_49

Agosto

 

Columna publicada en la revista Misión 17 

La educación permite el desarrollo integral de la persona para que pueda llegar a ser la mejor versión de sí mismo y, así, lograr una sociedad más justa, equitativa, incluyente y pacífica. Si las y los alumnos abandonan la escuela esto se vuelve difícil de lograr.

Para iniciar con el tema, les contaré una pequeña historia de dos amigas. Mariela y Silvia vivían cerca la una de la otra cuando eran pequeñas. Eran muy buenas amigas, solían jugar siempre juntas e iban a la misma escuela. También se ponían a soñar y platicaban lo que querían ser de grandes; mientras que Mariela quería ser ingeniera, Silvia quería tener su propia escuela.

Pasó el tiempo y Silvia tuvo que abandonar la preparatoria porque iba a ser madre y, dado que no recibió apoyo familiar y que el sistema brinda pocas o inaccesibles condiciones para que adolescentes y jóvenes embarazadas continúen con sus estudios, le fue difícil continuar con éstos. Ella decidió formar una familia y actualmente trabaja en el hogar, cuidando a sus dos hijos. Por otro lado, Mariela empezó a trabajar como ingeniera en una empresa de telecomunicaciones y está por terminar su maestría en Ingeniería y Gestión de la Calidad.

El indicador de abandono escolar refleja el “número de alumnos que dejan la escuela en el ciclo escolar, por cada 100 alumnos que se matricularon al inicio de cursos de ese mismo nivel educativo” (DGPPyEE, 2022b, p. 6, en MPJ, 2023). Como se puede visualizar en el micrositio www.diagnosticoeducativojalisco.org, este indicador educativo ha disminuido en los últimos ciclos escolares, lo que podría estar relacionado con los acuerdos de no reprobación expedidos por la SEP (11/06/22 y 11/06/22). Esta misma instancia estima que, en Jalisco, en el ciclo 2022-2023 el abandono escolar en secundaria haya sido del 1.3% y de 0.5% en media superior, es decir, se estima que hayan abandonado más de 5 mil 300 y más de mil 600 estudiantes, respectivamente.

Retomando el relato, en esta historia se hace notar que a menudo las decisiones personales impactan en la permanencia escolar y el futuro de la persona, pero que también muchas veces las condiciones del mismo sistema imposibilitan que uno pueda continuar en la escuela y tener mayores posibilidades de llegar a ser aquello que sueña.

El que un estudiante no continúe en la escuela puede estar relacionado con diversos factores. El abandono escolar puede ser causado, por ejemplo, por el trabajo infantil y juvenil, la marginación, el poco interés hacia lo escolar, la reprobación, el poco acompañamiento familiar en cuestiones académicas, la discapacidad, el acoso escolar, el rezago educativo, la falta de recursos, la migración, entre otras. El abandono escolar puede deberse a diversas causas socioeconómicas, educativas, familiares y personales que, con la llegada de la pandemia se han agravado.

Cuando un niño o una niña abandona la escuela, pierde oportunidades para aprender, desarrollarse, interactuar, seguir formándose y crecer como persona; pierde oportunidades para imaginar, pensar, crear, construir y colaborar; pierde oportunidades para el desarrollo del pensamiento crítico, el liderazgo, la responsabilidad y la formación de valores para la convivencia. Aunque la escuela no es el único medio para el aprendizaje, ayuda a la construcción de éstos, al desarrollo integral y abre un abanico de oportunidades (personales, académicas, económicas, sociales, etcétera) tanto al ser niño y joven, como cuando uno llega a la etapa adulta. Por lo tanto, podemos decir que la permanencia en la escuela facilita que uno pueda llegar a ser aquello que sueña para el bien de la sociedad.

La prevención y atención del abandono es una tarea que nos corresponde a todos. Como personas, somos seres sociales y vivimos dentro de un sistema que tiene interrelacionadas todas sus partes. Por lo tanto, desde casa, la escuela, el trabajo y en la sociedad se pueden realizar acciones que aporten a la prevención y atención de este fenómeno: desde políticas públicas integrales, cálculos certeros del indicador y la asignación de recursos por parte del gobierno; desde el acompañamiento y la muestra de interés por parte de las familias en el proceso educativo de sus hijos e hijas; desde la empatía y la creación de estrategias para estudiantes en riesgo de abandonar por parte del colectivo escolar; desde la atención psicológica o acompañamiento social por parte de especialistas; desde el brindar apoyos y estímulos para que los trabajadores continúen con sus estudios inconclusos por parte de las empresas, entre muchas otras. 

Seamos parte de la solución y no del problema. Todos podemos contribuir a que las niñas y niños cumplan sus sueños. Trabajemos y hagámonos responsables de lo que nos toca para que cada uno de ellos, a través de la educación, logre tener un desarrollo integral para ser la mejor versión de sí mismo y actuar por el bien común.

Publicación original: revista Misión 17, jueves 31 de agosto, pag. 14 https://issuu.com/mision17/docs/mision_46

Julio

Columna publicada en la revista Misión 17 

Cuando estaba estudiando la licenciatura de Ciencias de la Educación, tuve la oportunidad de observar y acompañar, durante un periodo escolar, el proceso de aprendizaje de Giovani, un alumno de quinto grado de una escuela primaria pública de Zapopan. A lo largo de ese semestre pude conocerlo y convivir de una manera cercana con él y me di cuenta de que era un niño que se caracterizaba por ser muy amigable, amable, creativo e inteligente. Giovani estaba repitiendo quinto grado de primaria y era compañero de su hermana, la cual era un año menor que él. ¿Cómo se imaginan que se sentía Giovani con esta situación?

La repetición puede ser un fuerte detonante de emociones y situaciones. Si empezamos por las evaluaciones de aprendizaje, seguramente muchos de nosotros en diversas ocasiones nos hemos puesto nerviosos al responder un examen, no hemos querido que los maestros anunciaran las calificaciones en voz alta en frente de todo el salón, o muy probablemente hemos odiado el momento en el que nuestros padres se enteran de nuestros resultados.

A través de varias investigaciones, como la de García (1992), se ha identificado que los alumnos repetidores son mayormente rechazados por sus compañeros de clase. Esto, a su vez, puede afectar tanto su bienestar socioemocional al ser estigmatizados y sentirse frustrados, como su desarrollo cognitivo y construcción de aprendizaje; desencadenando una serie de muchos otros factores y problemas.

¿Cuál es el sentido de que un alumno o alumna repita un grado escolar? Si el estudiante vuelve a cursar un grado en el que se utilizan las mismas estrategias o en el que no se identifican los factores que pueden estar detonando un aprendizaje insuficiente conforme al esperado, muy probablemente se obtendrán los mismos resultados. Sin embargo, como lo mencionamos en nuestro micrositio (www.diagnosticoeducativojalisco.org), también es importante destacar que un aspecto positivo de que los alumnos estén repitiendo es que, como tal, el indicador de repetición refleja que los alumnos no están abandonando la escuela, sino que permanecen en ella y se esfuerzan por continuar sus estudios.

Por otro lado, como ha ocurrido en los últimos dos ciclos escolares, si a los estudiantes no se les permite reprobar, incluso cuando no han adquirido los aprendizajes esperados, y, por lo tanto, no repiten el año, también pueden existir afectaciones derivadas del hecho de no contar con los aprendizajes esperados. Por ejemplo, en una evaluación de la Secretaría de Educación Jalisco (2020), 7 de cada 10 estudiantes de primaria alta dijeron sentirse preocupados por pasar al siguiente grado o nivel sin haber aprendido lo suficiente.

Evitemos que la evaluación, la reprobación y la repetición detonen emociones que afecten la salud socioemocional, el aprendizaje y la permanencia en la escuela de las niñas, niños y adolescentes. Estas situaciones no son algo que sólo les corresponde a los estudiantes, ya que se pueden deber a diversos factores de su entorno que hay que identificar en el caso particular de cada alumno, por ejemplo, el que los padres de familia le den poca importancia a la educación sus hijos, la situación familiar y socioeconómica en casa, la didáctica y acompañamiento de un profesor a sus estudiantes, cuestiones psicológicas del alumno, entre muchas otras. Asimismo, dejemos de estigmatizar la repetición y reprobación; todas las personas tenemos procesos distintos, nos enfrentamos con diferentes obstáculos y a veces es necesario que hagamos ajustes, lo cual es parte del crecimiento, aprendizaje y desarrollo humano.

Para disminuir el fenómeno de reprobación y repetición es importante crear estrategias específicas para su prevención y atención como, por ejemplo, el acompañamiento de tutores, el trabajo con las familias, la enseñanza diferenciada, los sistemas de alerta temprana, la creación de grupos de estudio, la canalización psicopedagógica, etc. 

No debe ser un repetir por repetir o, en su caso, un impedir la reprobación por impedir la reprobación; no basta con eso. Se deben identificar todos los factores, trabajar entre todos los actores involucrados para apoyar el proceso educativo de las niñas, niños o adolescente y crear estrategias sólidas e integrales que les permitan caminar hacia su máximo logro de aprendizajes.

Publicación original: revista Misión 17, lunes 31 de julio, pag. 15 https://issuu.com/mision17/docs/mision_46

Junio

Columna publicada en la revista Misión 17 

¿Cómo está la educación en Jalisco? ¿Cómo está el aprendizaje de las y los estudiantes? 

El contar con datos e información sobre el ¿cómo estamos? siempre nos ayuda a conocer nuestro punto de partida, a establecer metas y a diseñar las acciones que nos ayudarán a avanzar entre estos dos puntos. Por esta razón, tanto en el ámbito educativo, como en cualquier otro, el contar con información pertinente y oportuna puede ser un motor que impulse la acción, el cambio y la mejora.

Aunado a lo anterior, la información puede estar relacionada con procesos de sistematización y evaluación. ¿Por qué son importantes estas acciones en la educación? Primero, porque dan información sobre el progreso del objeto evaluado, como el aprendizaje de los estudiantes, el desempeño docente, el funcionamiento de la escuela, el sistema educativo, etc. Y, segundo, porque dan pie a la reflexión, al cuestionamiento, a la imaginación y la creación, lo cual llega a detonar la construcción de ideas y estrategias para la mejora de la educación, así como del bienestar y el aprendizaje de las y los estudiantes.

Si no conocemos cuáles son las necesidades, intereses y gustos, así como los ritmos, estilos de aprendizaje y el contexto de los estudiantes, difícilmente llegarán a construir un aprendizaje que les haga sentido en lo que viven día con día dentro y fuera de la escuela. Lo mismo sucede con el sistema educativo, si las autoridades correspondientes desconocen cuáles son las necesidades del sistema educativo, sus puntos fuertes y débiles, la diversidad de contextos escolares, entre otros elementos, difícilmente podrán identificar los puntos que deben atenderse con prioridad y crear estrategias que realmente mejoren, de manera profunda, sistémica y con sentido, la realidad educativa de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes (NNAJ).

Por otro lado, es importante considerar que, aunque la sistematización y evaluación deben ser objetivas, no se debe perder de vista el enfoque humanista; se debe comprender que cada persona, cada escuela, cada sistema, tiene una historia detrás, un contexto particular y una trayectoria con características, avances y retrocesos distintos. Se debe de contar con un equilibro de fuentes de información; es decir, sin datos, podremos tener opiniones e historias, que son igual de importantes, pero que, si son sólo éstas tomadas en cuenta sin mayor evidencia, no podremos contar con todos los elementos que se necesitan para tomar decisiones de manera pertinente y acertada.

Desde Mexicanos Primero Jalisco, asociación civil que busca articular voluntades para que la educación pública habilite a cada NNAJ a ser su mejor versión, realizamos un proyecto que buscó sistematizar y compartir información sobre el sistema educativo estatal, a través del sitio web “Diagnóstico general del derecho a la educación en Jalisco” (www.diagnosticoeducativojalisco.org). 

Desde nuestro rol como asociación civil, vimos la necesidad de poner a disposición de la sociedad en general, información sobre indicadores educativos, como una herramienta útil para la consulta, investigación, participación y formación. Sin embargo, creemos también importante que este micrositio se alimente de la diversidad de voces de la sociedad que ayuden a visibilizar las necesidades, fortalezas, avances y retrocesos de nuestro sistema, a fin de contar con información que ayude a tomar decisiones basadas en evidencia, siempre con el foco en la mejora de la educación y del bienestar integral de nuestras NNAJ.

El contar con información nos brinda elementos para conocer la realidad y se convierte en nuestro punto de partida para tomar acción, por una mejor educación para las NNAJ.

 

Publicación original revista Misión 17 viernes 30 de junio pag. 16-17 https://issuu.com/mision17/docs/mision_46

 

Columna publicada en el periódico Mural

El 28 de enero de 1986 explotó el transbordador espacial Challenger, ante la mirada horrorizada de miles de personas que seguíamos la transmisión por televisión. El fatídico evento cambió la vida de las familias de los siete astronautas que tripulaban la nave y marcó un antes y un después en la historia de la astronáutica. 

La causa física del accidente fue que una junta tórica (un anillo de sellado) perdió su elasticidad debido al frío de la noche anterior al despegue y permitió una fuga de gases, lo que dio paso a la explosión. Sin embargo, cientos de páginas de informes revelaron que la razón determinante de este desastre fue el uso incorrecto de la información que tenían los responsables del lanzamiento. 

En las semanas y meses previos al lanzamiento se analizaron miles de datos estadísticos. No obstante, al no tener indicadores marcados para otros procesos y efectos clave que no podían ser cuantificados, esa información se pasó por alto; además, se hizo caso omiso de las voces expertas que proponían posponer el despegue.  

La dolorosa lección que dejó este accidente se puede resumir en pocas palabras: para la toma de decisiones es indispensable tener acceso a los datos relevantes, cuantitativos y cualitativos actualizados y de fuentes confiables. Además, se deben organizar, procesar y relacionar con otros ámbitos para tener un panorama más amplio y generar la información relevante para el objetivo a conseguir (BID, 2022). Finalmente, pero no menos importante, es tomar en cuenta la voz de los actores que están inmersos en el contexto y conocen la realidad “en campo”.

Lo anterior es aplicable a la toma de decisiones, en especial si estas son de política pública, porque inciden en la vida de muchas personas y sus contextos.

En el ámbito educativo, particularmente después de la pandemia, se necesita información organizada, actualizada, accesible y oficial para saber, con evidencia, cómo está el sistema educativo, a nivel nacional, estatal y local y evitar una mayor crisis. 

No obstante, en México, esto parece no ser una prioridad. Además de que la información educativa ya no tiene carácter de interés nacional, -por solicitud de SEP, en acuerdo con INEGI- es difícil, hoy en día, encontrar datos actualizados, que no estén en calidad de preliminares o estimados de los ciclos escolares 2021-2022 y 2022-2023. Tampoco parecen existir mecanismos para mantener los registros históricos en las páginas oficiales, pues hay información y bases de datos que dejan de ser públicos según los cambios administrativos. 

Sin embargo, desde los ámbitos escolares, académicos, institucionales y de la sociedad civil organizada en torno a la causa de la educación, sabemos de la importancia de esta información. Por esta razón, en Mexicanos Primero Jalisco, hemos creado el micrositio “Diagnóstico general del derecho a la educación en Jalisco” (www.diagnosticoeducativojalisco.org) que recopila la información educativa oficial del estado en su versión más actualizada. 

Con este recurso de consulta, esperamos alentar a la sociedad a usar la información como herramienta para propiciar diálogos y fomentar la participación, así como para contribuir a la toma de decisiones basadas en evidencia y construir un mejor sistema educativo. 

En el micrositio se pueden encontrar datos de educación básica y media superior organizados por apartados: aprendizaje, acceso y trayectoria escolar, aspectos socioemocionales. Además, dependiendo de la información disponible, se puede consultar información a nivel municipal y/o regional que puede ser de utilidad para tomadores de decisiones en estos niveles.  

 

Referencias: 

BID. 2022. https://blogs.iadb.org/ciudades-sostenibles/es/como-desarrollar-politicas-publicas-basadas-en-evidencia-big-data-al-servicio-de-las-ciudades

Epstein, D. (2019). Why Generalists Triumph in a Specialized World.


Publicación original periódico Mural martes 20 de junio

Columna publicada en la revista Aula y Educación futura

A mediados de los años 90 a nivel mundial, el uso de la evaluación para el seguimiento de los sistemas educativos, comenzaba apenas a figurar en la agenda de las administraciones públicas, es decir, si bien la evaluación del estado de la educación hoy en día es un elemento clave en la valoración de los resultados de los sistemas educativos, no fue sino en los años noventas que se extendió y generalizó su uso en la administración pública, incluyendo el caso de México (Tiana Ferrer, 1996, Martínez y Blanco, 2012)

En ese sentido, podríamos pensar que la evaluación de los sistemas educativos se encuentra aún en una fase de adolescencia tardía o de adultez joven, de modo que con una perspectiva positiva, nos podríamos encontrar en un momento clave para transitar hacia una etapa de mayor madurez y, por lo tanto, de mayor impacto en la mejora de la educación; por lo que quisiera dedicar este espacio para que reflexionemos sobre la importancia de la evaluación y del uso de la información, a partir de un texto del Dr. Alejandro Tiana Ferrer de 1996 que parece no perder vigencia.

Quisiera partir señalando que la evaluación es un proceso complejo y que posiblemente es su uso incorrecto lo que la ha llevado a encontrar en ocasiones la animadversión y hasta el rechazo de agentes educativos, incluyendo a algunos docentes.

Dicho uso inapropiado de la evaluación se suma a un escenario en el que pareciera prevalecer la falta de información oportuna y fidedigna. Puesto que como ya lo señalaba Tiana hace décadas: es indispensable contar con sistemas de información sofisticados, que permitan combinar fuentes oficiales de forma que se pueda tener acceso a información para su tratamiento, uso e interpretación. Sin embargo, en el marco de una era en la que la Inteligencia Artificial (IA) aparece en el escenario cotidiano, los sistemas de información vivos, ágiles, tendrían que ser el último de nuestros problemas, pero lamentablemente no es así.

Al conjugarse el momento histórico de la pandemia por COVID con la ausencia física de estudiantes y docentes en los planteles, se afectó la posibilidad de contar con información educativa precisa y oportuna; por ejemplo, durante el ciclo 2021-2022, no pudimos saber con certeza el número de alumnos en condición de abandono escolar, puesto que la Secretaría de Educación Pública (SEP)  emitió el acuerdo 11/06/22 desde en el que se estableció que no se reprobarían alumnos; ello derivó en que de forma automática, los estudiantes que estaban inscritos en el ciclo 2020-2021 fueran inscritos en el siguiente grado, -exceptuando aquellos que cambiaban de nivel educativo-, y aún sin poder volver al esquema presencial, y contar con comunicación intermitente o nula en el caso de algunos estudiantes, fue imposible precisar quiénes habían dejado de asistir de manera permanente a la escuela.

Este ejemplo, así como la carencia de información con relación al estado del logro de los  aprendizajes, nos puso en tremendo aprieto al intentar identificar, para el ciclo 2022-2023, ¿cuántos estudiantes se encontraban en condición de abandono escolar?,  ¿cuál era el estado del aprendizaje? o la afectación al mismo derivado de la pandemia, y tantas otras preguntas que dieron pie a que diversos agentes involucrados en la educación, realizaran ejercicios de recuperación de información y de investigación para tratar de responderlas, entre ellos, instancias como la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU), la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad del Tec de Monterrey, el Centro de Investigación en Política Pública (IMCO), algunas secretarías de educación de los estados, así como varios equipos de investigadores educativos y de asociaciones civiles del ámbito educativo (como Mexicanos Primero y Mexicanos Primero Jalisco), entre muchos otros.

Sin embargo, más allá de estos honrosos esfuerzos, aún nos encontramos lejos de conocer con precisión cuál es el estado de la educación en México, y pareciera que el entorno cada vez aprecia menos la necesidad de conocer y utilizar la información relacionada con el sistema educativo.  Me refiero al hecho de que Secretaría de Educación Pública haya promovido una justificación ante el INEGI, aludiendo al incumplimiento con el criterio de información generada de manera regular y periódica a través del SIGED, de modo que, se publicó el 10 de abril de 2023 en el Diario Oficial el Acuerdo 10/04/23 por medio del cual se revoca la determinación como Información de Interés Nacional a la Información Estadística del Sistema de Información y Gestión Educativa (SIGED). Dado que este sistema es la única fuente de información oficial del sistema educativo, a partir de esta revocación, se corre el riesgo evidente de no contar con información actualizada y oficial sobre el estado de la educación en México y por lo tanto se impide la toma de decisiones de política pública basadas en evidencia.

Esta falta de información oportuna y transparente se suma a los usos inapropiados de la evaluación que derivan en aspectos negativos de la misma y que “tienen como fuente común el desconocimiento de los alcances y limitaciones reales de cada enfoque de la evaluación, lo que lleva a expectativas desmesuradas y a usos carentes de fundamento.” (2012, p. 29); o incluso en abusos como “convertir la evaluación en un elogio a quien la patrocina o la realiza; convertir la evaluación en un instrumento de dominación, control y opresión; o hacer públicas sólo aquellas partes del informe que tienen un carácter halagador” (Santos, 1993, en Tiana, 1996, p.8).

Los expertos en evaluación educativa coinciden en que existen al menos tres niveles en los que esta se aplica: el primero, refiere a la valoración de los resultados de los individuos que participan del proceso educativo; el segundo, la valoración de instituciones o entidades educativas; y el tercero, la valoración en conjunto del sistema educativo (Tiana, 1996). Pero para los fines de este análisis, nos centraremos en el tercero de estos niveles: la evaluación de los sistemas educativos, para entonces contar con mayor claridad y gestionar nuestras expectativas de participación como ciudadanía a partir de sus posibilidades y alcances.

En este tercer nivel de evaluación sistémica, los principales usos son 1) la conducción y 2) de la información pública. En este sentido, el primero, conducción, “pone el acento en la recepción y el tratamiento de una información actualizada, capaz de permitir intervenciones más ágiles y mejor adaptadas a la diversidad de situaciones específicas” (Tiana, 1997, p. 1). El segundo, de la información pública, “tiene que ver con la contribución que ésta puede realizar al debate público y al funcionamiento democrático de una sociedad” (Tiana, 1996, p.12).

Es decir, este tercer nivel de la evaluación sistémica refiere a que sus usos son principalmente:

  1.   Generar información útil para quienes dirigen (conducen) los sistemas educativos en la toma de decisiones oportunas para la atención de problemas específicos, y
  2. Entregar información para que desde el ámbito ciudadano dialogue y se participe desde el ámbito que compete en una sociedad democrática.

Especialmente fue a partir de este segundo uso de la evaluación sistémica, que en Mexicanos Primero Jalisco (MPJ), nos encontramos frente la dificultad de contar con elementos para realizar propuestas de participación ciudadana y de política educativa, que partieran de la evidencia y no de ideas ingenuas (Tiana, 1996), y mucho menos del mar de la desinformación o desconocimiento, por lo que emprendimos una investigación que buscó “dar a conocer el estado del derecho a la educación en Jalisco antes, durante y después de la pandemia, con el fin de identificar avances y retrocesos y poner a disposición de la sociedad información educativa actualizada y accesible en un mismo lugar” (MPJ, 2023).

Esto dio origen a un micrositio, es decir, una página web accesible desde cualquier lugar y dispositivo con internet cuyas cifras actualizaremos anualmente a partir de la información de los indicadores que se encuentre disponible en fuentes oficiales; lleva por nombre “Diagnóstico general del derecho a la educación en Jalisco” y se encuentra en www.diagnosticoeducativojalisco.org

El objetivo principal de este espacio es conocer el estado del derecho a la educación en el estado de Jalisco a 2022, antes, durante y después de la pandemia; a través de la recolección de información existente en fuentes oficiales de diferentes indicadores educativos y del análisis descriptivo e interpretativo de la información. Esto con el fin de identificar avances y desafíos del sistema educativo, y poner a disposición de la sociedad información educativa estatal actualizada y accesible.

Se realizó una investigación documental en la que se recopilaron datos educativos cualitativos, pero principalmente cuantitativos de las bases de datos más actualizadas de los históricos públicos oficiales existentes. La información fue analizada a partir de dos tipos de niveles: descriptivo, es decir, el ¿cómo estamos?; y en algunos indicadores, se realizó un análisis interpretativo, el ¿por qué estamos así? 

Quien navega por el micrositio puede encontrar un total de 14 indicadores que fueron seleccionados por su relevancia y agrupados en grandes categorías:

  • Numeralia del sistema educativo de Jalisco.
  • Indicadores de logro de aprendizaje.
  • Indicadores de acceso y trayectoria.
  • Indicadores de habilidades socioemocionales.

En un marco de respeto al actuar de quienes conducen el sistema educativo de Jalisco, nuestra única intención es la de favorecer el uso de la información educativa, y que se convierta en un espacio que resguarda la información de las fuentes oficiales, más allá de los cambios de administraciones gubernamentales, puesto que el ejercicio de la participación ciudadana responsable requiere recursos que como este, abonen para comprender e interpretar información que son fundamentales para las funciones y el actuar de académicos y estudiantes de diversas áreas, medios de comunicación, empresas y asociaciones civiles, escuelas, funcionarios públicos y sociedad civil en general.

Y es justo a ellas y ellos a quienes hacemos un llamado para que, a través de la participación colectiva, instemos a las autoridades correspondientes a generar sistemas de información ágiles y vivos, que brinden información pertinente, transparente y oportuna, pero también hacemos un llamado a favorecer su uso adecuado que, en el caso de la ciudadanía, es el de la participación.

Desde MPJ aspiramos a que el diagnosticoeducativodejalisco.org sea una herramienta para que los diversos agentes educativos, en un ejercicio democrático del uso de la información, podamos dialogar y encontrar soluciones articuladas ante problemas educativos concretos.

En este marco, la evaluación educativa debe ser resignificada para poder aprovechar las enormes ventajas que brinda el conocer en qué condiciones nos encontramos, pero también para definir hacia dónde queremos ir como sociedad y que, más allá de la diversidad de nuestras miradas, podamos colocar la educación en el centro de la agenda pública desde el honesto interés común en la mejora de las condiciones de las vidas de las niñas. niños y adolescentes de nuestro país. 

 

Referencias 

Martínez, F., & Blanco, E. (2012). La Evaluación Educativa En México : Experiencias, avances y desafíos. In El Colegio de México (pp. 1–32). http://www.fmrizo.net/fmrizo_pdfs/capitulos/C 047 2010 Evaluacion Educativa en Mexico_FMR-EB COLMEX.pdf

MPJ, (2023). Diagnóstico general del derecho a la educación en Jalisco. https://www.diagnosticoeducativojalisco.org/

Secretaría de Educación Pública, (2022).  ACUERDO número 11/06/22 por el que se regulan las acciones específicas y extraordinarias para la conclusión del ciclo escolar 2021-2022 y el inicio del ciclo escolar 2022-2023. https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5656485&fecha=28/06/2022#gsc.tab=0

Tiana Ferrer, A. (1996). La evaluación de los sistemas educativos. Revista Iberoamericana de Educación, Enero-Abri(10), 37–62. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1019993&info=resumen&idioma=SPA

Publicación original revista Aula lunes 19 de junio  https://revistaaula.com/cual-es-el-sentido-de-evaluar-los-sistemas-educativos-analisis-desde-una-perspectiva-de-la-participacion-ciudadana/ 

Publicación original Educación Futura lunes 19 de junio https://www.educacionfutura.org/cual-es-el-sentido-de-evaluar-los-sistemas-educativos-analisis-desde-una-perspectiva-de-la-participacion-ciudadana/

 

Ante la polémica generada por la recomendación de la Secretaría de Educación Pública (SEP) dentro de uno de los libros entregados a los docentes del nuevo plan de estudio, me dí a la tarea de conocer el texto, así como de indagar un poco las diversas opiniones que publican diferentes expertos o comunicólogos sobre el mismo documento. 

Dicha publicación lleva el nombre de: “Libro sin recetas para la maestra y el maestro” que, por cierto, parafrasea el título publicado por Paulo Freire, El maestro sin recetas, mismo que plantea la importancia de una pedagogía crítica y de la autonomía como fundamento pedagógico en la escuela; por lo tanto, podemos deducir o pensar con sólo leer el título del material de la SEP, que el texto editado propone algo similar a lo que plantea este gran pedagogo. Sí empezamos por ahí, podemos decir que pinta bastante bien. 

Promover la lectura y fomentarla en cualquier espacio, lugar o publicación debe ser aplaudido. Ahora bien, ante la cantidad de publicaciones donde algunos se alarman por el hecho de que en la página 26 del manual publicado por la SEP, se les sugiere a los maestros leer a Lenin y Marx, -cabe señalar que no sólo se recomiendan a estos autores, también se sugieren otras lecturas de corte postmoderno: pedagogías del sur, cuestiones sobre socialismo, justicia social, etc.- para guiar su pedagogía en las aulas. Considere interesante escuchar diferentes voces. 

Algunos comentan que no está bien promover lecturas de pensadores críticos del capitalismo, la burguesía y el poder; otros, señalan que está bien recomendar la lectura de textos clásicos para reflexionar sobre la diversidad de enfoques que permiten relaciones comunitarias alternativas, lecturas que generen y promuevan el pensamiento crítico de las y los docentes y, por lo tanto, de los estudiantes. 

Otras opiniones mencionan que, de entrada, es bueno leer a todos los pensadores que han destacado en la historia de la humanidad más allá de sus posturas filosóficas, epistemológicas o políticas, pero que el problema viene cuando se pide que sólo se promuevan lecturas con una única línea o corriente de pensamiento; otros más mencionan que el manual tiene la virtud de dejar atrás algunas recomendaciones de la pedagogía de la prosperidad inspiradas en la doctrina del mercado como escuela de virtud desde donde se  revalora la cooperación, la solidaridad, el humanismo y la reflexión razonada. También hay quien dice, que el manual, más que sencillo y digerible para los docentes, tiene un lenguaje rebuscado y pretencioso que lo aleja de su propósito. Otros critican que el libro presenta un gran número de faltas de ortografía, impensable para un libro ofrecido a los propios maestros. 

En fin, los puntos de vista son muchos y variados, pero se puede decir que el común denominador de los diferentes líderes de opinión, incluso de algunas frases en el propio libro, es continuar acrecentando los discursos de choque, de división, del pueblo bueno (oprimido) en contra del pueblo malo (opresor), un discurso de polarización que tanto daño hace a nuestro país. 

El libro señala que busca fomentar y proponer que el  docente pueda crear una conciencia crítica para trabajar en el aula con sus alumnos, pero no detalla los cómos. Tal vez de ahí el título (Sin recetas…), más que por la búsqueda de acercarse a la pedagogía de Freire.

Lo ideal, en realidad, sería conocer de primera mano la opinión de los docentes sobre el manual y si este les brinda los elementos necesarios para poner a la comunidad como el eje que articula los procesos educativos, los maestros y los aprendizajes; saber si estos materiales les dan voz -como el propio manual lo establece- y herramientas para que desde las escuelas impulsen la transformación de sus realidades. De ser así, entonces esta publicación sería una muy buena noticia.

Por último, y para concluir nadie puede negar que la lectura es un tesoro invaluable, que nos permite ampliar la mente, el conocimiento y la cultura general; que si leemos autores, pensadores y libros con visiones, pensamientos e ideologías, diversas y conexas, nuestra capacidad de análisis y de discernimiento aumentan, lo que nos permite tener criterios más amplios, opinión propia y la capacidad de pensar por uno mismo y no por el constante bombardeo de redes sociales, medios de comunicación y algoritmos programados para seguir pensando siempre  de la misma forma. 

A colación de lo dicho, me gustaría recordar lo que decía el escritor argentino Tomás Eloy Martínez: “Somos así, los libros que hemos leído. O somos, de lo contrario, el vacío que la ausencia de libros ha abierto en nuestras vidas”.

Columnas 2022

Desde el 17 de diciembre de 1985, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) invita a los países a celebrar el 5 de diciembre como el día para reconocer la labor de los voluntarios y su aporte a la sociedad.

El voluntariado es una forma de participar en la sociedad, con el objetivo de contribuir a transformarla en un lugar más justo y con mayores oportunidades para todos y cada uno de los ciudadanos.

En nuestro país, 2 millones 68 mil personas de 15 años y más de edad destinan su tiempo a organizaciones sin fines de lucro, apoyando sus actividades en favor de la sociedad (INEGI, 2019).

Cuando te conviertes en voluntario de una causa social, te das cuenta de que tu trabajo tiene como objetivo ayudar a otros, por un lado implica un gran reto y una gran responsabilidad, pero también eso lo convierte en algo más valioso y la recompensa es invaluable.

Quienes hemos sido voluntarios, nos damos cuenta que serlo significa tener la oportunidad de conocer una realidad distinta a la propia, de preocuparse por los demás, pero no solo eso, sino de ocuparse y ser parte del cambio de un problema social.

El trabajo como voluntario es muy importante, tanto para la sociedad como para el voluntario mismo, pues hacer esta labor contribuye al crecimiento personal, ayuda a conocer diferentes personas lo que permite valorar y hacer conciencia sobre la posición en la que uno se encuentra y ser más empáticos y más humanos con los otros. 

Ser voluntario contribuye en gran medida para convertirte en la mejor versión de ti mismo y ayuda a transformar a otras personas en su mejor versión, permite llegar a lugares que quizás de otra manera no llegarías, permite comprender mejor la realidad de quienes viven en un contexto diferente al tuyo y aprender de ellos.

El voluntariado es una actividad que pone a prueba tus capacidades y potencializa tus habilidades sociales, te enseña a trabajar en equipo junto con personas que comparten tus preocupaciones y que suman esfuerzos por mejorar contextos vulnerables. 

En mi experiencia como voluntaria en Mexicanos Primero Jalisco, me encontré con un equipo conformado por personas con un mismo propósito: contribuir a que la educación para niñas, niños, adolescentes y jóvenes de Jalisco sea mejor de lo que conocemos hoy, y en el futuro siga transformándose día con día. 

Ser voluntario es una experiencia en la que tenemos la idea de que la persona voluntaria da todo de sí, su tiempo, habilidades, conocimientos, dedicación, y esto es una realidad, pero además, estoy segura de que lo mejor de ser voluntario son los aprendizajes, la visión diferente que le das del mundo, la construcción de comunidad y el compromiso que surgen después de ser partícipe en algo tan valioso como lo es el voluntariado.

En el marco del día del voluntario, quiero felicitar a todas las personas que dedican parte de su tiempo a esta labor y que se preocupan por ser parte del cambio para transformar la sociedad de la que formamos parte.

 

Juan Carlos Pérez Jiménez, es un científico coculense muy importante a nivel nacional, sus aportaciones a la investigación sobre tiburones y rayas le han otorgado no solo reconocimientos internacionales, sus acciones individuales y en colectivo han contribuido a la preservación de estas especies, que están en constante peligro por el aumento de su pesca.

 Conocí a Juan Carlos y su aportación a la Ecología Marina, hace unas semanas cuando fui invitada como panelista en los 40 años de fundación de la Secundaria Federal Cocollan, ubicada en el municipio de Cocula Jalisco.

 En el evento, pude escuchar su testimonio, sus aportaciones como profesor, investigador y científico, pero sobre todo, conocer la inspiración de la cual partieron sus acciones hasta convertirse en quién soñó ser alguna vez, se trata de dos de sus maestros de la institución. Uno ya finado, el Profesor de Ciencias Naturales, Ángel Guardado, y el profesor ya jubilado Aurelio Hernández, maestro de la materia de dibujo Técnico.

 Juan Carlos, quien descubrió una nueva especie de tiburón en el Estado de Sonora: Mustelus Hacat, es uno de los nueve mil estudiantes que recibieron no solamente las materias establecidas por un sistema educativo de esta institución con doble turno, también recibió aquellas clases que no están estipuladas en la curricula, las que se tienen dentro de la vocación de ser docente, las del ejemplo, las de la humildad, las del humanismo, las de la empatía, las del respeto, las de la disciplina.

 “El profesor Aurelio siempre fue inspirador, nos daba palabras de aliento para que fuéramos mejores personas, para que pensáramos en nuestro futuro, para que respetáramos el esfuerzo que hacían nuestros padres para darnos educación. Siempre nos impulsó a que fuéramos los mejores en lo que hiciéramos; nos decía que teníamos que ser los mejores en el oficio o profesión que eligiéramos. Los consejos del profesor Aurelio me han impulsado toda la vida”, fue la parte con la que inició su discurso Juan Carlos, quizá por vez primera delante de quien fue su maestro, quien estaba sentado justo al frente del público que asistió al evento. Y sí, tenía su rostro lleno de orgullo, de felicidad, me atrevo a decir, con lágrimas.

Hace 36 años Juan Carlos caminó por su educación secundaria en dicho plantel, como estudiante de secundaria, desde entonces ha viajado por todo el mundo y se ha preparado constantemente hasta convertirse en científico e instruir a más estudiantes, ha habitado en distintos lugares, pero siempre, a su lado, lleva esa voz, lleva consigo a ese mentor, esos consejos que le dan fuerza, su historia de vida se convierte en esa estadística oculta, aquella que solo en algunas ocasiones se puede llegar a medir, porque aunque existan, no son tan sencillos de lograr detectarse, esos… los resultados que arroja el poder de un maestro.

Leer puede ser un placer y una herramienta o, para algunas personas, puede ser algo a evitar, dependiendo de la habilidad y experiencia lectora que tenga.  Sin embargo, no se puede discutir que leer es una necesidad imperiosa para tener una vida funcional en la sociedad, informarse y relacionarse. 

Leer no es un acto espontáneo; de hecho, requiere de un proceso intencionado de enseñanza-aprendizaje, ya sea en un contexto formal o informal. Suele estar mediado por las relaciones sociales entre aprendices y maestros, sean estos la familia, docentes u otros. Además, se sabe que los entornos donde hay afecto, donde se anima a la leer y que proveen de una variedad de estímulos son más propicios para el aprendizaje de la lectura (Fox, 2011).  Así también, a falta de estos estímulos socioemocionales y de recursos iniciales, es menos probable que la niña o niño que inicia su proceso lector tenga buenos resultados o llegue a amar la lectura. 

Erróneamente pensamos que las niñas y los niños aprenden a leer en la escuela. Sin embargo, el proceso lector comienza desde el inicio de la vida de los infantes, en su relación con sus progenitores y figuras cercanas y se desarrolla a lo largo de los primeros años. De hecho, como decía una de mis maestras en la universidad, “si esperamos a que un estudiante aprenda a leer en primer grado, ya es tarde”. Esta frase puede asustar, pero solamente indica que, como todo proceso, existen una serie de pasos y elementos previos que preparan a las niñas y los niños para la decodificación y comprensión lectora, de los cuales hablaré más adelante. 

Así, la lectura tiene su inicio en el hogar y, generalmente, logra su desarrollo formal y consolidación en la escuela, por lo que la corresponsabilidad y la cooperación entre familia y escuela son indispensables para el éxito del proceso lector. Desde una perspectiva positiva, esto es una excelente noticia porque en cada hogar se puede apoyar de manera consciente y deliberada a quienes inician en la lectura. De hecho, en muchas familias esto ya ocurre al cantar canciones de cuna, al incentivar el juego y a los infantes a hablar en situaciones diarias. Al modelar la lectura y leer cuentos en voz alta.

Previo a la escolarización, el primer paso es identificar si existen problemas visuales que puedan impedir la lectura, así como de audición o de habla que dificulten el correcto desarrollo del lenguaje oral de niñas y niños. Posteriormente, es muy importante que los adultos cercanos conversen la mayor cantidad posible de tiempo con los infantes para facilitarles la adquisición de un vocabulario amplio, el uso correcto de la sintaxis, la diferenciación de entonaciones y reconocimiento de emociones expresadas con la voz. Finalmente, es indispensable que las niñas y niños puedan reconocer, discriminar y manipular los sonidos; se sabe que esta serie de habilidades pueden predecir la habilidad lectora (Das et al. 1998).  

Este último punto, que puede sonar extraño, es de suma importancia porque, en edades tempranas, nuestros cerebros no reconocen los sonidos de las letras que componen las palabras de manera aislada, sino como un todo. Por esta razón, cantar, repetir trabalenguas, inventar palabras sin sentido, decir adivinanzas, rimas y, en general, jugar con los sonidos ayudará a desarrollar lo que se denomina conciencia fonológica. Es decir, al aislar los sonidos, compararlos, diferenciarlos y, finalmente, al unirlos nuevamente. A su vez, esto permitirá que las niñas y niños puedan relacionar cada letra escrita con su correspondiente sonido, y que así tenga sentido unir estos y formar palabras. 

Podemos únicamente ver la lectura como una herramienta necesaria para la vida actual. De hecho, es una de las áreas que se evalúan en la escuela y es un indicador de aprendizaje y de la eficacia de los sistemas a nivel mundial. Nos indica si un estudiante progresa de acuerdo con lo esperado en la escuela y si tendrá o no éxito académico una vez que ha aprendido a leer de manera fluida y puede usar la lectura como herramienta para continuar aprendiendo.   

Sin embargo, leer es más que eso. Leer es disfrutar y crecer; nos permite aprender sobre otros mundos, otras culturas; sobre invenciones, exploradores y ciencia. Leer nos conmueve, nos hace más empáticos a las emociones e historias de otras personas. Leer nos ayuda a expandir nuestros sueños, a proteger nuestros derechos, y a no permitir que nos engañen fácilmente. Como dijo Vargas Llosa, “Leer nos hace libres”. 

Das, J. et al. (1999). Dislexia y dificultades de lectura. Una guía para maestros. Barcelona: Paidós Educador.

Fox. M. (2011). Leer como por arte de magia. Barcelona: Paidós Guía para padres.

 

Comenzó noviembre y con el mes, el periodo de discusión del proyecto del Presupuesto de Egresos del Estado de Jalisco para el 2023 en el Congreso Estatal. Durante estas semanas, las y los diputados locales analizarán, modificarán y aprobarán lo que serán los gastos del Estado para el siguiente año.

Es también cuando este proyecto de presupuesto se hace público a la ciudadanía, abriendo la ventana de oportunidad para que la sociedad civil acceda por mecanismos oficiales a las bases de datos, para el análisis e identificación, de cómo estarán distribuidos los recursos en sus áreas de atención; y así, realizar propuestas de modificación, desde la experiencia que da la vivencia y contacto con comunidades y problemáticas públicas.

Nuestro estado se ha caracterizado desde hace varios años por tener de forma pública, y más accesible que en otras entidades, la información sustantiva en materia presupuestal. Sin embargo, no deja de ser información que deja de lado mucho del conocimiento interno de las áreas administrativas de cada dependencia, a partir del cual se puede comprender de mejor manera el tejido fino del presupuesto. De esta manera, la transparencia gubernamental se cumple solamente con la difusión de la información, y aún faltan más esfuerzos para la socialización, y asegurar la comprensión, análisis y aprendizaje ciudadano en torno al tema. También existen grandes retos sobre los mecanismos para propiciar la participación ciudadana en todas las fases del ciclo presupuestal, desde la construcción de los anteproyectos en cada una de las secretarías, hasta la observación de la ejecución de los recursos públicos, sin dejar de mencionar el presentar la información de manera comprensible para las personas interesadas en cuestionar y proponer. Todos estos aspectos son relevantes para que en Jalisco el presupuesto público sea verdaderamente ciudadano. 

El ejercicio de los egresos de Jalisco, como todos los estados, depende en gran medida de recursos federales. Por ejemplo, de acuerdo con el presupuesto estatal autorizado para  2022, el 87 por ciento son recursos provenientes de la Federación. Si observamos en la misma fuente, el 99 por ciento de los recursos de los programas presupuestarios que se destinan a la educación básica, a través de la Secretaría de Educación Jalisco (SEJ), son de origen federal. Cabe señalar que este desglose por fuente de financiamiento, estatal y federal, se expone a la ciudadanía una vez autorizado el presupuesto, por lo que no se encuentran disponibles estos datos abiertos a la presentación del proyecto 2023.

Aunque actualmente es poco el recurso que aporta el estado, existe un genuino interés desde la sociedad civil por compartir y contribuir a que los recursos que se inviertan desde la entidad, respondan a las necesidades más latentes de cada uno de los sectores sociales; necesidades que al día de hoy no llegan a ser cubiertas en su totalidad por el gobierno y que en buena medida dependen para su atención de la sociedad civil.

En materia educativa, el proceso de recuperación de la crisis continúa a dos años del inicio de la pandemia por COVID-19. En este sentido, las prioridades tendrían que estar en la atención del abandono educativo y la reintegración de los estudiantes que ya no están en el aula, así como la recuperación de aprendizajes, y la atención de la salud socioemocional. Actualmente el Proyecto del Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF), por autorizarse el 15 de noviembre, pone en evidencia el nulo interés por la atención específica de estas prioridades. Por esto, es necesario que desde Jalisco se generen estrategias sustentadas de presupuesto suficiente para ejecutarlas e impactar efectivamente en las problemáticas prioritarias. 

Aún quedan tres semanas, que son una oportunidad clave para abrir el diálogo desde el Congreso Estatal, para que, desde las distintas comisiones, escuchen la experiencia de agentes de la sociedad civil, y realicen un análisis más integral y consciente del futuro del gasto que impactará en todos los jaliscienses en 2023. 

 

El informe de el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) sobre el estado mundial de la infancia de 2021, reveló datos preocupantes sobre la salud socio emocional de la niñez y juventud: 13 por ciento de niños y adolescentes tienen un trastorno mental diagnosticado; un promedio de 19 por ciento de los jóvenes entre 15 y 24 años de 21 países declararon en el primer semestre de 2021, que a menudo se sienten deprimidos o tienen poco interés en realizar alguna actividad. No sólo los datos duros de organismos internacionales, como UNICEF, prenden las alarmas y los focos rojos; y si bien es cierto que percepción no es realidad, sí observamos en nuestros entornos más cercanos, en el día a día de nuestra comunidad, de manera individual y colectiva, que estos trastornos son una realidad que se evidencian cada vez más en nuestra cotidianeidad. 

Como mamá de un niño y un adolescente; como amiga de varios papás, mamás, y cuidadores que tienen muchas preguntas sobre cómo manejar el estado emocional de los hijos e hijas; como colaboradora de una organización que trabaja por mejorar la educación, que busca identificar las problemáticas más urgentes en el ámbito educativo y lograr que se garanticen los aprendizajes; como coordinadora de un programa de crianza para familias en escuelas públicas que busca, entre otros objetivos, mejorar los entornos de aprendizaje de  nuestra niñez; he encontrado recientemente, la pregunta constante ¿cómo manejar, trabajar y atender el estado socioemocional de nuestras niñas, niños y jóvenes (NNJ)?

La pandemia evidenció el problema, al mismo tiempo que lo agudizó y ha provocado que -al menos como sociedad- nos cuestionemos sobre cómo atenderlo. También mostró que ya no son casos aislados que se presentan en algunos estudiantes, sino que es un tema que se tiene que empezar a tratar desde la política pública, con programas específicos y presupuesto suficiente para que este tema pueda ser atendido desde diversos frentes. No podemos postergar su atención; pensemos qué nos toca hacer a cada uno, desde nuestros ámbitos y áreas de influencia para mejorar la salud socio emocional de nuestros NNJ. Todas y todos debemos involucrarnos.

Como sociedad, tenemos que hacer un cambio, responsabilizarnos por estos temas, hablarlos, visibilizarlos y ocuparnos de ellos. 

Algunos temas de salud socioemocional – depresión, ansiedad, ideaciones suicidas, trastornos alimenticios, autolesiones- son tabúes dentro de la sociedad, que se ocultan y se pierden de vista, por lo tanto, se dejan de atender y de identificar como temas prioritarios. Cuando estos son reales, afectan a las personas e impiden su pleno desarrollo, es decir, merman la capacidad de alcanzar su pleno potencial. 

Como familias o cuidadores responsables necesitamos  estar presentes, al pendiente y atender las necesidades socioemocionales de nuestras hijas e hijos; cuidarnos a nosotros mismos como adultos, buscar herramientas que nos permitan fortalecer habilidades socioemocionales personales, para luego, entonces, poder ofrecer y transmitir a nuestras hijas e hijos estas herramientas. Como cuidadores debemos crear vínculos afectivos, así como aprender a gestionar nuestras emociones y nuestra propia autoestima para contar con las condiciones y herramientas que ayuden a ellos a su vez a que aprendan a gestionarlas. Buscar recursos, programas, talleres y cursos que nos enseñen sobre estos temas.  

Si bien, la responsabilidad no recae en la escuela, sí es un espacio fundamental para acompañar a nuestra niñez y a sus familias a que se mitigue y no continúe el agobio. Las maestras y maestros han sabido que cuando los NNJ enfrentan situaciones adversas, cuando han vivido duelos, situaciones de violencia, cuando están tristes o temerosos es imposible garantizar el aprendizaje y su pleno desarrollo.  

Durante mucho tiempo  los maestros han buscado la manera de atender esto, sin embargo, no debemos dejar el problema sólo a la buena voluntad de los docentes, de cuidadores y de las familias; se requieren además acciones decididas de formación y acompañamiento, protocolos y mecanismos claros para que tanto en la escuela como en los hogares se puedan identificar y canalizar casos graves con otras instancias, para que entonces sí exista información clara sobre qué hacer, a dónde y cómo poder acudir para recibir ayuda. 

Postergar es omitir, y omitir es condenar a las NNJ a un presente y un futuro sin oportunidades. La pandemia fue un evento que escapó del control de las autoridades en su aparición, pero las decisiones que se han tomado y que todavía deben tomarse para recuperarse de la emergencia sí dependen de la voluntad política, de las opciones que deliberadamente se tomen por parte de quienes detentan las atribuciones legales y los fondos públicos.

En el ámbito escolar, urgen programas de educación socioemocional y de convivencia escolar, planteados como una prioridad tanto en la práctica de cada comunidad, como en el presupuesto. 

Todas las escuelas -todas ellas- deberían contar con recursos  suficientes para que puedan tener un equipo psicológico de apoyo, no para dar terapia individual, sino para trabajar un plan con la comunidad que fortalezca habilidades socioemocionales en estudiantes, docentes y familias; que permita que docentes y familias cuenten con formación y acompañamiento para atender casos leves de tristeza y temor, y que, además, puedan contar con el apoyo de un mayor número de psicólogos educativos para generar estrategias permanentes en contra del acoso, de la violencia normalizada, y enfocar estrategias hacia una cultura de paz. Asimismo, se debe contar con programas de formación que brinden herramientas a las familias para mejorar su autoestima y el vínculo con sus hijas e hijos, eliminar las formas violentas de educar, así como fomentar la crianza y la disciplina positiva. Programas que potencien la autoestima de NNJ, que aprendan a manejar y gestionar sus emociones, a ser resilientes, a vivir en una cultura de paz y lograr que cada uno en sus entornos puedan llegar a ser  la mejor versión de sí mismos.

UNA PROPUESTA QUE NOS CORRESPONDE PONER EN MARCHA A TODOS.

Cuando tu hijo de preescolar te cuenta con gran emoción que hoy tuvo un gran día porque la maestra les pidió colaborar en un juego de video y recrearlo en el patio de la escuela, donde todos sus compañeros participaron; para resolver problemas de una manera muy divertida; o en una primaria les enseñen a crear un huerto y todos los compañeros inventaron un método de goteo para regar y reciclar el agua de la lluvia; o en algún municipio el maestro sale del aula para dar clase en el patio donde el vecino tiene vacas y después de haberlas ordeñado medir la leche, y así enseñarles la lección de fracciones a chicos de telesecundaria. Estos son algunos ejemplos de prácticas educativas que con gran creatividad realizan los docentes en sus aulas o fuera de ellas, para lograr la atención y motivación de sus alumnos.

En ocasiones la cotidianidad no permite ver esa realidad tan importante de la que algunos maestros no logran darse cuenta, de lo poderosa que puede ser una práctica educativa y de los cambios significativos que provocan en sus alumnos, en toda una familia y en la comunidad que les rodea. De la motivación, apoyo y paciencia que ofrecen a sus alumnos; de la inspiración que los maestros provocan en cada uno de sus estudiantes para llegar a ser una mejor versión de sí mismos: estamos hablando de vidas impactadas.

A lo largo de cinco años en las ediciones del #Premio EduPrácticas, he tenido el privilegio de ser testigo y observar prácticas educativas que desbordan en la creatividad, originalidad, innovación y entusiasmo de sus creadores. Desde su práctica, las y los maestros no están conscientes del impacto…No he encontrado algún docente que pueda vislumbrar lo que yo puedo comprobar con solo observar: un gran poder que impacta a toda su comunidad, ellos ven con humildad su trabajo cotidiano, sin embargo, esto contrasta con los testimonios que escucho de familias agradecidas en diferentes contextos de zonas rurales y metropolitana, en escuelas multigrado, telesecundarias, de todos los niveles educativos, porque están seguros de que sus hijos están motivados y aprendiendo.

Sí, estamos hablando de la labor docente y, claro, podríamos decir que es el trabajo de los y las maestras, pero cuando ese trabajo va más allá de lo que realmente se tiene que hacer, cuando ponen el corazón en todo lo que hacen, y además que en muchas ocasiones no se tienen los recursos necesarios como económicos, de infraestructura y en algunos casos de formación, necesitan invertir tiempo personal para investigar estrategias o metodologías adecuadas para lograr mayor eficacia en su práctica y para que sus alumnos puedan tener un mejor aprendizaje. La vocación del maestro brilla con su ingenio y creatividad para cualquier desafío que se le presente en el camino.

La pandemia fue un gran desafío para los docentes por las adaptaciones de las prácticas a una manera virtual, el cambio de la relación entre los docentes y las familias, pero fue ahí donde más brillaron los maestros, adaptando sus hogares en aulas, compartiendo su internet. Hubo casos de docentes que solo tenían un celular para realizar clases, entregar y recibir trabajos; en una secundaria se juntaron alumnos con maestros para hacer caretas de plástico para llevarlas a los hospitales; un sin número de casos de maestros llevando y recogiendo tareas, contestando a diversas horas los mensajes de padres de familia, y no se diga de la poca atención que podían ofrecer a su propia familia. En la edición especial del #Premio EduPrácticas por pandemia, las prácticas recibidas estaban enfocadas a estrategias socioemocionales, para poder apoyar a los alumnos y sus familias, porque realmente fueron tiempos difíciles que los docentes enfrentaron con decisión y mucho valor.

Reconocer una práctica educativa es reconocer el arduo trabajo y el tiempo invertido que hay detrás de ella, una necesidad que identifica el colectivo, una planeación diseñada, instrumentos necesarios para medirla y una sistematización para implementar la práctica y poder compartirla para que pueda ser replicada en otro municipio o tal vez en una comunidad lejana. Todo este trabajo depende de un equipo de docentes o, mejor dicho, de toda una comunidad educativa que aparte de trabajo y esfuerzo, ponen el corazón que los une, son valientes y se atreven a compartir su trabajo, para así trascender a través de su práctica docente.

“Las prácticas educativas trascienden la labor docente”

Una gran parte del aprendizaje de valores se da a partir de que las niñas, niños y adolescentes (NNA) reproducen lo que ven y viven, según expertos en psicología. La violencia a la que los niños están expuestos afecta su desarrollo físico, emocional, intelectual y moral, así como la formación de valores. Se sabe que los niños que son testigos de violencia tienen mayor riesgo de ser violentos en el futuro. Cuando estas prácticas de malestar son constantes, entonces la violencia se normaliza.

Las cifras lo comprueban. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reportó que México ocupa el primer lugar en acoso escolar (también llamado “bullying”) en educación básica, situación que afecta a alrededor de 18 millones de NNA. Esto quiere decir que a nivel nacional 8 de cada 10 estudiantes han sido víctimas de agresiones psicológicas, verbales o físicas dentro de su escuela.

David, un niño que tiene 10 años y estudia la primaria, forma parte de esta cifra, así como de estudios en los que se confirma que los estudiantes que son víctimas de acoso escolar presentan mayores dificultades académicas. De acuerdo con su testimonio, la llegada de la pandemia y la implementación de clases a distancia, contrario a lo que podría pensarse, representó un enorme alivio y oportunidad de desarrollo para él, ya que frenó la situación de acoso escolar que vivía día con día en su escuela. Y como su caso, seguramente hay muchos más.

Las autoridades estatales, a través de la Secretaría de Educación Jalisco (SEJ), tienen un único programa social enfocado a mejorar esta situación, nombrado “Acciones de prevención y atención de la violencia en escuelas de educación básica y media superior con perspectiva de género y derechos humanos”, con el cual se brindan cursos y capacitaciones a supervisores, jefes de sector, directores y docentes para el adecuado manejo de las situaciones de violencia, pero ¿qué hay de la formación de NNA? ¿Qué impacto llega a tener este programa en la vivencia diaria de infancias y juventudes?

Una de las metas anuales planteadas en este programa para 2021 fue la atención de 40 reportes de casos de violencia escolar, ¿será suficiente para cubrir y atender la violencia que podrían estar sufriendo alrededor de 10 mil niñas y niños en el estado?

También en cuestiones curriculares y pedagógicas hay que poner atención. Según Jacques Delors, político francés, existen cuatro pilares de la educación. Los pilares que se visualizan con mayor claridad en la escuela son el Aprender a conocer (adquisición de conocimiento) y, en ocasiones, el Aprender a hacer (poner en práctica el conocimiento aprendido). Por otra parte, los otros dos pilares que poco se trabajan, ya que se han priorizado los dos anteriores, y que representan una oportunidad para ser incluidos con mayor peso en el currículo, así como en la puesta en marcha dentro del proceso educativo son el Aprender a ser y el Aprender a vivir juntos. Es decir, es urgente darle mayor importancia de manera integral y transversal al desarrollo global de la persona, a la educación socioemocional, a la formación de seres humanos sensibles, responsables, empáticos, críticos y autónomos; y, por otra parte, a la enseñanza y respeto a la diversidad humana, a la resolución pacífica de conflictos y a la búsqueda del bien común.

La responsabilidad sobre la prevención y resolución de estas situaciones se pasa constantemente entre familias, escuela y gobierno, cuando en realidad es una responsabilidad compartida. El reto es que cada uno asuma el compromiso.

Aunque el conflicto es inherente a las relaciones humanas, desde cada hogar, escuela, espacio y política pública se debe crear conciencia para respetar las diferentes formas de ser y pensar, y guiar cada acción hacia el bien común.

Debemos ser ejemplo de vida para NNA. Hay que educar con un enfoque en valores y fomentar incluso la denuncia para que estas situaciones se puedan ir frenando poco a poco. Hay que remar todos en la misma dirección y enseñarles a los niños el rumbo. No hay futuro sin una educación que nos enseñe a vivir juntos, libre de violencia y acoso escolar.