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Columnas-02

Columnas 2023

 

Ante la polémica generada por la recomendación de la Secretaría de Educación Pública (SEP) dentro de uno de los libros entregados a los docentes del nuevo plan de estudio, me dí a la tarea de conocer el texto, así como de indagar un poco las diversas opiniones que publican diferentes expertos o comunicólogos sobre el mismo documento. 

Dicha publicación lleva el nombre de: “Libro sin recetas para la maestra y el maestro” que, por cierto, parafrasea el título publicado por Paulo Freire, El maestro sin recetas, mismo que plantea la importancia de una pedagogía crítica y de la autonomía como fundamento pedagógico en la escuela; por lo tanto, podemos deducir o pensar con sólo leer el título del material de la SEP, que el texto editado propone algo similar a lo que plantea este gran pedagogo. Sí empezamos por ahí, podemos decir que pinta bastante bien. 

Promover la lectura y fomentarla en cualquier espacio, lugar o publicación debe ser aplaudido. Ahora bien, ante la cantidad de publicaciones donde algunos se alarman por el hecho de que en la página 26 del manual publicado por la SEP, se les sugiere a los maestros leer a Lenin y Marx, -cabe señalar que no sólo se recomiendan a estos autores, también se sugieren otras lecturas de corte postmoderno: pedagogías del sur, cuestiones sobre socialismo, justicia social, etc.- para guiar su pedagogía en las aulas. Considere interesante escuchar diferentes voces. 

Algunos comentan que no está bien promover lecturas de pensadores críticos del capitalismo, la burguesía y el poder; otros, señalan que está bien recomendar la lectura de textos clásicos para reflexionar sobre la diversidad de enfoques que permiten relaciones comunitarias alternativas, lecturas que generen y promuevan el pensamiento crítico de las y los docentes y, por lo tanto, de los estudiantes. 

Otras opiniones mencionan que, de entrada, es bueno leer a todos los pensadores que han destacado en la historia de la humanidad más allá de sus posturas filosóficas, epistemológicas o políticas, pero que el problema viene cuando se pide que sólo se promuevan lecturas con una única línea o corriente de pensamiento; otros más mencionan que el manual tiene la virtud de dejar atrás algunas recomendaciones de la pedagogía de la prosperidad inspiradas en la doctrina del mercado como escuela de virtud desde donde se  revalora la cooperación, la solidaridad, el humanismo y la reflexión razonada. También hay quien dice, que el manual, más que sencillo y digerible para los docentes, tiene un lenguaje rebuscado y pretencioso que lo aleja de su propósito. Otros critican que el libro presenta un gran número de faltas de ortografía, impensable para un libro ofrecido a los propios maestros. 

En fin, los puntos de vista son muchos y variados, pero se puede decir que el común denominador de los diferentes líderes de opinión, incluso de algunas frases en el propio libro, es continuar acrecentando los discursos de choque, de división, del pueblo bueno (oprimido) en contra del pueblo malo (opresor), un discurso de polarización que tanto daño hace a nuestro país. 

El libro señala que busca fomentar y proponer que el  docente pueda crear una conciencia crítica para trabajar en el aula con sus alumnos, pero no detalla los cómos. Tal vez de ahí el título (Sin recetas…), más que por la búsqueda de acercarse a la pedagogía de Freire.

Lo ideal, en realidad, sería conocer de primera mano la opinión de los docentes sobre el manual y si este les brinda los elementos necesarios para poner a la comunidad como el eje que articula los procesos educativos, los maestros y los aprendizajes; saber si estos materiales les dan voz -como el propio manual lo establece- y herramientas para que desde las escuelas impulsen la transformación de sus realidades. De ser así, entonces esta publicación sería una muy buena noticia.

Por último, y para concluir nadie puede negar que la lectura es un tesoro invaluable, que nos permite ampliar la mente, el conocimiento y la cultura general; que si leemos autores, pensadores y libros con visiones, pensamientos e ideologías, diversas y conexas, nuestra capacidad de análisis y de discernimiento aumentan, lo que nos permite tener criterios más amplios, opinión propia y la capacidad de pensar por uno mismo y no por el constante bombardeo de redes sociales, medios de comunicación y algoritmos programados para seguir pensando siempre  de la misma forma. 

A colación de lo dicho, me gustaría recordar lo que decía el escritor argentino Tomás Eloy Martínez: “Somos así, los libros que hemos leído. O somos, de lo contrario, el vacío que la ausencia de libros ha abierto en nuestras vidas”.

Columnas 2022

Desde el 17 de diciembre de 1985, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) invita a los países a celebrar el 5 de diciembre como el día para reconocer la labor de los voluntarios y su aporte a la sociedad.

El voluntariado es una forma de participar en la sociedad, con el objetivo de contribuir a transformarla en un lugar más justo y con mayores oportunidades para todos y cada uno de los ciudadanos.

En nuestro país, 2 millones 68 mil personas de 15 años y más de edad destinan su tiempo a organizaciones sin fines de lucro, apoyando sus actividades en favor de la sociedad (INEGI, 2019).

Cuando te conviertes en voluntario de una causa social, te das cuenta de que tu trabajo tiene como objetivo ayudar a otros, por un lado implica un gran reto y una gran responsabilidad, pero también eso lo convierte en algo más valioso y la recompensa es invaluable.

Quienes hemos sido voluntarios, nos damos cuenta que serlo significa tener la oportunidad de conocer una realidad distinta a la propia, de preocuparse por los demás, pero no solo eso, sino de ocuparse y ser parte del cambio de un problema social.

El trabajo como voluntario es muy importante, tanto para la sociedad como para el voluntario mismo, pues hacer esta labor contribuye al crecimiento personal, ayuda a conocer diferentes personas lo que permite valorar y hacer conciencia sobre la posición en la que uno se encuentra y ser más empáticos y más humanos con los otros. 

Ser voluntario contribuye en gran medida para convertirte en la mejor versión de ti mismo y ayuda a transformar a otras personas en su mejor versión, permite llegar a lugares que quizás de otra manera no llegarías, permite comprender mejor la realidad de quienes viven en un contexto diferente al tuyo y aprender de ellos.

El voluntariado es una actividad que pone a prueba tus capacidades y potencializa tus habilidades sociales, te enseña a trabajar en equipo junto con personas que comparten tus preocupaciones y que suman esfuerzos por mejorar contextos vulnerables. 

En mi experiencia como voluntaria en Mexicanos Primero Jalisco, me encontré con un equipo conformado por personas con un mismo propósito: contribuir a que la educación para niñas, niños, adolescentes y jóvenes de Jalisco sea mejor de lo que conocemos hoy, y en el futuro siga transformándose día con día. 

Ser voluntario es una experiencia en la que tenemos la idea de que la persona voluntaria da todo de sí, su tiempo, habilidades, conocimientos, dedicación, y esto es una realidad, pero además, estoy segura de que lo mejor de ser voluntario son los aprendizajes, la visión diferente que le das del mundo, la construcción de comunidad y el compromiso que surgen después de ser partícipe en algo tan valioso como lo es el voluntariado.

En el marco del día del voluntario, quiero felicitar a todas las personas que dedican parte de su tiempo a esta labor y que se preocupan por ser parte del cambio para transformar la sociedad de la que formamos parte.

 

Juan Carlos Pérez Jiménez, es un científico coculense muy importante a nivel nacional, sus aportaciones a la investigación sobre tiburones y rayas le han otorgado no solo reconocimientos internacionales, sus acciones individuales y en colectivo han contribuido a la preservación de estas especies, que están en constante peligro por el aumento de su pesca.

 Conocí a Juan Carlos y su aportación a la Ecología Marina, hace unas semanas cuando fui invitada como panelista en los 40 años de fundación de la Secundaria Federal Cocollan, ubicada en el municipio de Cocula Jalisco.

 En el evento, pude escuchar su testimonio, sus aportaciones como profesor, investigador y científico, pero sobre todo, conocer la inspiración de la cual partieron sus acciones hasta convertirse en quién soñó ser alguna vez, se trata de dos de sus maestros de la institución. Uno ya finado, el Profesor de Ciencias Naturales, Ángel Guardado, y el profesor ya jubilado Aurelio Hernández, maestro de la materia de dibujo Técnico.

 Juan Carlos, quien descubrió una nueva especie de tiburón en el Estado de Sonora: Mustelus Hacat, es uno de los nueve mil estudiantes que recibieron no solamente las materias establecidas por un sistema educativo de esta institución con doble turno, también recibió aquellas clases que no están estipuladas en la curricula, las que se tienen dentro de la vocación de ser docente, las del ejemplo, las de la humildad, las del humanismo, las de la empatía, las del respeto, las de la disciplina.

 “El profesor Aurelio siempre fue inspirador, nos daba palabras de aliento para que fuéramos mejores personas, para que pensáramos en nuestro futuro, para que respetáramos el esfuerzo que hacían nuestros padres para darnos educación. Siempre nos impulsó a que fuéramos los mejores en lo que hiciéramos; nos decía que teníamos que ser los mejores en el oficio o profesión que eligiéramos. Los consejos del profesor Aurelio me han impulsado toda la vida”, fue la parte con la que inició su discurso Juan Carlos, quizá por vez primera delante de quien fue su maestro, quien estaba sentado justo al frente del público que asistió al evento. Y sí, tenía su rostro lleno de orgullo, de felicidad, me atrevo a decir, con lágrimas.

Hace 36 años Juan Carlos caminó por su educación secundaria en dicho plantel, como estudiante de secundaria, desde entonces ha viajado por todo el mundo y se ha preparado constantemente hasta convertirse en científico e instruir a más estudiantes, ha habitado en distintos lugares, pero siempre, a su lado, lleva esa voz, lleva consigo a ese mentor, esos consejos que le dan fuerza, su historia de vida se convierte en esa estadística oculta, aquella que solo en algunas ocasiones se puede llegar a medir, porque aunque existan, no son tan sencillos de lograr detectarse, esos… los resultados que arroja el poder de un maestro.

Leer puede ser un placer y una herramienta o, para algunas personas, puede ser algo a evitar, dependiendo de la habilidad y experiencia lectora que tenga.  Sin embargo, no se puede discutir que leer es una necesidad imperiosa para tener una vida funcional en la sociedad, informarse y relacionarse. 

Leer no es un acto espontáneo; de hecho, requiere de un proceso intencionado de enseñanza-aprendizaje, ya sea en un contexto formal o informal. Suele estar mediado por las relaciones sociales entre aprendices y maestros, sean estos la familia, docentes u otros. Además, se sabe que los entornos donde hay afecto, donde se anima a la leer y que proveen de una variedad de estímulos son más propicios para el aprendizaje de la lectura (Fox, 2011).  Así también, a falta de estos estímulos socioemocionales y de recursos iniciales, es menos probable que la niña o niño que inicia su proceso lector tenga buenos resultados o llegue a amar la lectura. 

Erróneamente pensamos que las niñas y los niños aprenden a leer en la escuela. Sin embargo, el proceso lector comienza desde el inicio de la vida de los infantes, en su relación con sus progenitores y figuras cercanas y se desarrolla a lo largo de los primeros años. De hecho, como decía una de mis maestras en la universidad, “si esperamos a que un estudiante aprenda a leer en primer grado, ya es tarde”. Esta frase puede asustar, pero solamente indica que, como todo proceso, existen una serie de pasos y elementos previos que preparan a las niñas y los niños para la decodificación y comprensión lectora, de los cuales hablaré más adelante. 

Así, la lectura tiene su inicio en el hogar y, generalmente, logra su desarrollo formal y consolidación en la escuela, por lo que la corresponsabilidad y la cooperación entre familia y escuela son indispensables para el éxito del proceso lector. Desde una perspectiva positiva, esto es una excelente noticia porque en cada hogar se puede apoyar de manera consciente y deliberada a quienes inician en la lectura. De hecho, en muchas familias esto ya ocurre al cantar canciones de cuna, al incentivar el juego y a los infantes a hablar en situaciones diarias. Al modelar la lectura y leer cuentos en voz alta.

Previo a la escolarización, el primer paso es identificar si existen problemas visuales que puedan impedir la lectura, así como de audición o de habla que dificulten el correcto desarrollo del lenguaje oral de niñas y niños. Posteriormente, es muy importante que los adultos cercanos conversen la mayor cantidad posible de tiempo con los infantes para facilitarles la adquisición de un vocabulario amplio, el uso correcto de la sintaxis, la diferenciación de entonaciones y reconocimiento de emociones expresadas con la voz. Finalmente, es indispensable que las niñas y niños puedan reconocer, discriminar y manipular los sonidos; se sabe que esta serie de habilidades pueden predecir la habilidad lectora (Das et al. 1998).  

Este último punto, que puede sonar extraño, es de suma importancia porque, en edades tempranas, nuestros cerebros no reconocen los sonidos de las letras que componen las palabras de manera aislada, sino como un todo. Por esta razón, cantar, repetir trabalenguas, inventar palabras sin sentido, decir adivinanzas, rimas y, en general, jugar con los sonidos ayudará a desarrollar lo que se denomina conciencia fonológica. Es decir, al aislar los sonidos, compararlos, diferenciarlos y, finalmente, al unirlos nuevamente. A su vez, esto permitirá que las niñas y niños puedan relacionar cada letra escrita con su correspondiente sonido, y que así tenga sentido unir estos y formar palabras. 

Podemos únicamente ver la lectura como una herramienta necesaria para la vida actual. De hecho, es una de las áreas que se evalúan en la escuela y es un indicador de aprendizaje y de la eficacia de los sistemas a nivel mundial. Nos indica si un estudiante progresa de acuerdo con lo esperado en la escuela y si tendrá o no éxito académico una vez que ha aprendido a leer de manera fluida y puede usar la lectura como herramienta para continuar aprendiendo.   

Sin embargo, leer es más que eso. Leer es disfrutar y crecer; nos permite aprender sobre otros mundos, otras culturas; sobre invenciones, exploradores y ciencia. Leer nos conmueve, nos hace más empáticos a las emociones e historias de otras personas. Leer nos ayuda a expandir nuestros sueños, a proteger nuestros derechos, y a no permitir que nos engañen fácilmente. Como dijo Vargas Llosa, “Leer nos hace libres”. 

Das, J. et al. (1999). Dislexia y dificultades de lectura. Una guía para maestros. Barcelona: Paidós Educador.

Fox. M. (2011). Leer como por arte de magia. Barcelona: Paidós Guía para padres.

 

Comenzó noviembre y con el mes, el periodo de discusión del proyecto del Presupuesto de Egresos del Estado de Jalisco para el 2023 en el Congreso Estatal. Durante estas semanas, las y los diputados locales analizarán, modificarán y aprobarán lo que serán los gastos del Estado para el siguiente año.

Es también cuando este proyecto de presupuesto se hace público a la ciudadanía, abriendo la ventana de oportunidad para que la sociedad civil acceda por mecanismos oficiales a las bases de datos, para el análisis e identificación, de cómo estarán distribuidos los recursos en sus áreas de atención; y así, realizar propuestas de modificación, desde la experiencia que da la vivencia y contacto con comunidades y problemáticas públicas.

Nuestro estado se ha caracterizado desde hace varios años por tener de forma pública, y más accesible que en otras entidades, la información sustantiva en materia presupuestal. Sin embargo, no deja de ser información que deja de lado mucho del conocimiento interno de las áreas administrativas de cada dependencia, a partir del cual se puede comprender de mejor manera el tejido fino del presupuesto. De esta manera, la transparencia gubernamental se cumple solamente con la difusión de la información, y aún faltan más esfuerzos para la socialización, y asegurar la comprensión, análisis y aprendizaje ciudadano en torno al tema. También existen grandes retos sobre los mecanismos para propiciar la participación ciudadana en todas las fases del ciclo presupuestal, desde la construcción de los anteproyectos en cada una de las secretarías, hasta la observación de la ejecución de los recursos públicos, sin dejar de mencionar el presentar la información de manera comprensible para las personas interesadas en cuestionar y proponer. Todos estos aspectos son relevantes para que en Jalisco el presupuesto público sea verdaderamente ciudadano. 

El ejercicio de los egresos de Jalisco, como todos los estados, depende en gran medida de recursos federales. Por ejemplo, de acuerdo con el presupuesto estatal autorizado para  2022, el 87 por ciento son recursos provenientes de la Federación. Si observamos en la misma fuente, el 99 por ciento de los recursos de los programas presupuestarios que se destinan a la educación básica, a través de la Secretaría de Educación Jalisco (SEJ), son de origen federal. Cabe señalar que este desglose por fuente de financiamiento, estatal y federal, se expone a la ciudadanía una vez autorizado el presupuesto, por lo que no se encuentran disponibles estos datos abiertos a la presentación del proyecto 2023.

Aunque actualmente es poco el recurso que aporta el estado, existe un genuino interés desde la sociedad civil por compartir y contribuir a que los recursos que se inviertan desde la entidad, respondan a las necesidades más latentes de cada uno de los sectores sociales; necesidades que al día de hoy no llegan a ser cubiertas en su totalidad por el gobierno y que en buena medida dependen para su atención de la sociedad civil.

En materia educativa, el proceso de recuperación de la crisis continúa a dos años del inicio de la pandemia por COVID-19. En este sentido, las prioridades tendrían que estar en la atención del abandono educativo y la reintegración de los estudiantes que ya no están en el aula, así como la recuperación de aprendizajes, y la atención de la salud socioemocional. Actualmente el Proyecto del Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF), por autorizarse el 15 de noviembre, pone en evidencia el nulo interés por la atención específica de estas prioridades. Por esto, es necesario que desde Jalisco se generen estrategias sustentadas de presupuesto suficiente para ejecutarlas e impactar efectivamente en las problemáticas prioritarias. 

Aún quedan tres semanas, que son una oportunidad clave para abrir el diálogo desde el Congreso Estatal, para que, desde las distintas comisiones, escuchen la experiencia de agentes de la sociedad civil, y realicen un análisis más integral y consciente del futuro del gasto que impactará en todos los jaliscienses en 2023. 

 

El informe de el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) sobre el estado mundial de la infancia de 2021, reveló datos preocupantes sobre la salud socio emocional de la niñez y juventud: 13 por ciento de niños y adolescentes tienen un trastorno mental diagnosticado; un promedio de 19 por ciento de los jóvenes entre 15 y 24 años de 21 países declararon en el primer semestre de 2021, que a menudo se sienten deprimidos o tienen poco interés en realizar alguna actividad. No sólo los datos duros de organismos internacionales, como UNICEF, prenden las alarmas y los focos rojos; y si bien es cierto que percepción no es realidad, sí observamos en nuestros entornos más cercanos, en el día a día de nuestra comunidad, de manera individual y colectiva, que estos trastornos son una realidad que se evidencian cada vez más en nuestra cotidianeidad. 

Como mamá de un niño y un adolescente; como amiga de varios papás, mamás, y cuidadores que tienen muchas preguntas sobre cómo manejar el estado emocional de los hijos e hijas; como colaboradora de una organización que trabaja por mejorar la educación, que busca identificar las problemáticas más urgentes en el ámbito educativo y lograr que se garanticen los aprendizajes; como coordinadora de un programa de crianza para familias en escuelas públicas que busca, entre otros objetivos, mejorar los entornos de aprendizaje de  nuestra niñez; he encontrado recientemente, la pregunta constante ¿cómo manejar, trabajar y atender el estado socioemocional de nuestras niñas, niños y jóvenes (NNJ)?

La pandemia evidenció el problema, al mismo tiempo que lo agudizó y ha provocado que -al menos como sociedad- nos cuestionemos sobre cómo atenderlo. También mostró que ya no son casos aislados que se presentan en algunos estudiantes, sino que es un tema que se tiene que empezar a tratar desde la política pública, con programas específicos y presupuesto suficiente para que este tema pueda ser atendido desde diversos frentes. No podemos postergar su atención; pensemos qué nos toca hacer a cada uno, desde nuestros ámbitos y áreas de influencia para mejorar la salud socio emocional de nuestros NNJ. Todas y todos debemos involucrarnos.

Como sociedad, tenemos que hacer un cambio, responsabilizarnos por estos temas, hablarlos, visibilizarlos y ocuparnos de ellos. 

Algunos temas de salud socioemocional – depresión, ansiedad, ideaciones suicidas, trastornos alimenticios, autolesiones- son tabúes dentro de la sociedad, que se ocultan y se pierden de vista, por lo tanto, se dejan de atender y de identificar como temas prioritarios. Cuando estos son reales, afectan a las personas e impiden su pleno desarrollo, es decir, merman la capacidad de alcanzar su pleno potencial. 

Como familias o cuidadores responsables necesitamos  estar presentes, al pendiente y atender las necesidades socioemocionales de nuestras hijas e hijos; cuidarnos a nosotros mismos como adultos, buscar herramientas que nos permitan fortalecer habilidades socioemocionales personales, para luego, entonces, poder ofrecer y transmitir a nuestras hijas e hijos estas herramientas. Como cuidadores debemos crear vínculos afectivos, así como aprender a gestionar nuestras emociones y nuestra propia autoestima para contar con las condiciones y herramientas que ayuden a ellos a su vez a que aprendan a gestionarlas. Buscar recursos, programas, talleres y cursos que nos enseñen sobre estos temas.  

Si bien, la responsabilidad no recae en la escuela, sí es un espacio fundamental para acompañar a nuestra niñez y a sus familias a que se mitigue y no continúe el agobio. Las maestras y maestros han sabido que cuando los NNJ enfrentan situaciones adversas, cuando han vivido duelos, situaciones de violencia, cuando están tristes o temerosos es imposible garantizar el aprendizaje y su pleno desarrollo.  

Durante mucho tiempo  los maestros han buscado la manera de atender esto, sin embargo, no debemos dejar el problema sólo a la buena voluntad de los docentes, de cuidadores y de las familias; se requieren además acciones decididas de formación y acompañamiento, protocolos y mecanismos claros para que tanto en la escuela como en los hogares se puedan identificar y canalizar casos graves con otras instancias, para que entonces sí exista información clara sobre qué hacer, a dónde y cómo poder acudir para recibir ayuda. 

Postergar es omitir, y omitir es condenar a las NNJ a un presente y un futuro sin oportunidades. La pandemia fue un evento que escapó del control de las autoridades en su aparición, pero las decisiones que se han tomado y que todavía deben tomarse para recuperarse de la emergencia sí dependen de la voluntad política, de las opciones que deliberadamente se tomen por parte de quienes detentan las atribuciones legales y los fondos públicos.

En el ámbito escolar, urgen programas de educación socioemocional y de convivencia escolar, planteados como una prioridad tanto en la práctica de cada comunidad, como en el presupuesto. 

Todas las escuelas -todas ellas- deberían contar con recursos  suficientes para que puedan tener un equipo psicológico de apoyo, no para dar terapia individual, sino para trabajar un plan con la comunidad que fortalezca habilidades socioemocionales en estudiantes, docentes y familias; que permita que docentes y familias cuenten con formación y acompañamiento para atender casos leves de tristeza y temor, y que, además, puedan contar con el apoyo de un mayor número de psicólogos educativos para generar estrategias permanentes en contra del acoso, de la violencia normalizada, y enfocar estrategias hacia una cultura de paz. Asimismo, se debe contar con programas de formación que brinden herramientas a las familias para mejorar su autoestima y el vínculo con sus hijas e hijos, eliminar las formas violentas de educar, así como fomentar la crianza y la disciplina positiva. Programas que potencien la autoestima de NNJ, que aprendan a manejar y gestionar sus emociones, a ser resilientes, a vivir en una cultura de paz y lograr que cada uno en sus entornos puedan llegar a ser  la mejor versión de sí mismos.

UNA PROPUESTA QUE NOS CORRESPONDE PONER EN MARCHA A TODOS.

Cuando tu hijo de preescolar te cuenta con gran emoción que hoy tuvo un gran día porque la maestra les pidió colaborar en un juego de video y recrearlo en el patio de la escuela, donde todos sus compañeros participaron; para resolver problemas de una manera muy divertida; o en una primaria les enseñen a crear un huerto y todos los compañeros inventaron un método de goteo para regar y reciclar el agua de la lluvia; o en algún municipio el maestro sale del aula para dar clase en el patio donde el vecino tiene vacas y después de haberlas ordeñado medir la leche, y así enseñarles la lección de fracciones a chicos de telesecundaria. Estos son algunos ejemplos de prácticas educativas que con gran creatividad realizan los docentes en sus aulas o fuera de ellas, para lograr la atención y motivación de sus alumnos.

En ocasiones la cotidianidad no permite ver esa realidad tan importante de la que algunos maestros no logran darse cuenta, de lo poderosa que puede ser una práctica educativa y de los cambios significativos que provocan en sus alumnos, en toda una familia y en la comunidad que les rodea. De la motivación, apoyo y paciencia que ofrecen a sus alumnos; de la inspiración que los maestros provocan en cada uno de sus estudiantes para llegar a ser una mejor versión de sí mismos: estamos hablando de vidas impactadas.

A lo largo de cinco años en las ediciones del #Premio EduPrácticas, he tenido el privilegio de ser testigo y observar prácticas educativas que desbordan en la creatividad, originalidad, innovación y entusiasmo de sus creadores. Desde su práctica, las y los maestros no están conscientes del impacto…No he encontrado algún docente que pueda vislumbrar lo que yo puedo comprobar con solo observar: un gran poder que impacta a toda su comunidad, ellos ven con humildad su trabajo cotidiano, sin embargo, esto contrasta con los testimonios que escucho de familias agradecidas en diferentes contextos de zonas rurales y metropolitana, en escuelas multigrado, telesecundarias, de todos los niveles educativos, porque están seguros de que sus hijos están motivados y aprendiendo.

Sí, estamos hablando de la labor docente y, claro, podríamos decir que es el trabajo de los y las maestras, pero cuando ese trabajo va más allá de lo que realmente se tiene que hacer, cuando ponen el corazón en todo lo que hacen, y además que en muchas ocasiones no se tienen los recursos necesarios como económicos, de infraestructura y en algunos casos de formación, necesitan invertir tiempo personal para investigar estrategias o metodologías adecuadas para lograr mayor eficacia en su práctica y para que sus alumnos puedan tener un mejor aprendizaje. La vocación del maestro brilla con su ingenio y creatividad para cualquier desafío que se le presente en el camino.

La pandemia fue un gran desafío para los docentes por las adaptaciones de las prácticas a una manera virtual, el cambio de la relación entre los docentes y las familias, pero fue ahí donde más brillaron los maestros, adaptando sus hogares en aulas, compartiendo su internet. Hubo casos de docentes que solo tenían un celular para realizar clases, entregar y recibir trabajos; en una secundaria se juntaron alumnos con maestros para hacer caretas de plástico para llevarlas a los hospitales; un sin número de casos de maestros llevando y recogiendo tareas, contestando a diversas horas los mensajes de padres de familia, y no se diga de la poca atención que podían ofrecer a su propia familia. En la edición especial del #Premio EduPrácticas por pandemia, las prácticas recibidas estaban enfocadas a estrategias socioemocionales, para poder apoyar a los alumnos y sus familias, porque realmente fueron tiempos difíciles que los docentes enfrentaron con decisión y mucho valor.

Reconocer una práctica educativa es reconocer el arduo trabajo y el tiempo invertido que hay detrás de ella, una necesidad que identifica el colectivo, una planeación diseñada, instrumentos necesarios para medirla y una sistematización para implementar la práctica y poder compartirla para que pueda ser replicada en otro municipio o tal vez en una comunidad lejana. Todo este trabajo depende de un equipo de docentes o, mejor dicho, de toda una comunidad educativa que aparte de trabajo y esfuerzo, ponen el corazón que los une, son valientes y se atreven a compartir su trabajo, para así trascender a través de su práctica docente.

“Las prácticas educativas trascienden la labor docente”

Una gran parte del aprendizaje de valores se da a partir de que las niñas, niños y adolescentes (NNA) reproducen lo que ven y viven, según expertos en psicología. La violencia a la que los niños están expuestos afecta su desarrollo físico, emocional, intelectual y moral, así como la formación de valores. Se sabe que los niños que son testigos de violencia tienen mayor riesgo de ser violentos en el futuro. Cuando estas prácticas de malestar son constantes, entonces la violencia se normaliza.

Las cifras lo comprueban. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reportó que México ocupa el primer lugar en acoso escolar (también llamado “bullying”) en educación básica, situación que afecta a alrededor de 18 millones de NNA. Esto quiere decir que a nivel nacional 8 de cada 10 estudiantes han sido víctimas de agresiones psicológicas, verbales o físicas dentro de su escuela.

David, un niño que tiene 10 años y estudia la primaria, forma parte de esta cifra, así como de estudios en los que se confirma que los estudiantes que son víctimas de acoso escolar presentan mayores dificultades académicas. De acuerdo con su testimonio, la llegada de la pandemia y la implementación de clases a distancia, contrario a lo que podría pensarse, representó un enorme alivio y oportunidad de desarrollo para él, ya que frenó la situación de acoso escolar que vivía día con día en su escuela. Y como su caso, seguramente hay muchos más.

Las autoridades estatales, a través de la Secretaría de Educación Jalisco (SEJ), tienen un único programa social enfocado a mejorar esta situación, nombrado “Acciones de prevención y atención de la violencia en escuelas de educación básica y media superior con perspectiva de género y derechos humanos”, con el cual se brindan cursos y capacitaciones a supervisores, jefes de sector, directores y docentes para el adecuado manejo de las situaciones de violencia, pero ¿qué hay de la formación de NNA? ¿Qué impacto llega a tener este programa en la vivencia diaria de infancias y juventudes?

Una de las metas anuales planteadas en este programa para 2021 fue la atención de 40 reportes de casos de violencia escolar, ¿será suficiente para cubrir y atender la violencia que podrían estar sufriendo alrededor de 10 mil niñas y niños en el estado?

También en cuestiones curriculares y pedagógicas hay que poner atención. Según Jacques Delors, político francés, existen cuatro pilares de la educación. Los pilares que se visualizan con mayor claridad en la escuela son el Aprender a conocer (adquisición de conocimiento) y, en ocasiones, el Aprender a hacer (poner en práctica el conocimiento aprendido). Por otra parte, los otros dos pilares que poco se trabajan, ya que se han priorizado los dos anteriores, y que representan una oportunidad para ser incluidos con mayor peso en el currículo, así como en la puesta en marcha dentro del proceso educativo son el Aprender a ser y el Aprender a vivir juntos. Es decir, es urgente darle mayor importancia de manera integral y transversal al desarrollo global de la persona, a la educación socioemocional, a la formación de seres humanos sensibles, responsables, empáticos, críticos y autónomos; y, por otra parte, a la enseñanza y respeto a la diversidad humana, a la resolución pacífica de conflictos y a la búsqueda del bien común.

La responsabilidad sobre la prevención y resolución de estas situaciones se pasa constantemente entre familias, escuela y gobierno, cuando en realidad es una responsabilidad compartida. El reto es que cada uno asuma el compromiso.

Aunque el conflicto es inherente a las relaciones humanas, desde cada hogar, escuela, espacio y política pública se debe crear conciencia para respetar las diferentes formas de ser y pensar, y guiar cada acción hacia el bien común.

Debemos ser ejemplo de vida para NNA. Hay que educar con un enfoque en valores y fomentar incluso la denuncia para que estas situaciones se puedan ir frenando poco a poco. Hay que remar todos en la misma dirección y enseñarles a los niños el rumbo. No hay futuro sin una educación que nos enseñe a vivir juntos, libre de violencia y acoso escolar.